Tras visitar la cascada de Ézaro, sacar mil y un fotos, y andar ‘haciendo el cabra’ en las inmediaciones del mirador, a uno como que le entra hambre. Además, con la tontería, se nos ha hecho tarde, para variar. Chequeamos opciones en Foursquare, y comprobamos que no hay muchos restaurantes cerca de la cascada de Ézaro. La mejor opción es comer en Ézaro pueblo, que pertenece al Concello de Dumbría. Aparcamos, damos un garbeo por el pueblo y optamos por entrar en el bar restaurante A Cascada. Anda, deja ya de contemplar las vistas desde el mirador, que vas a gastar el espléndido paisaje gallego. Baja al pueblo y siéntate con nosotros en la mesa, que hoy, y sólo hoy, te hacemos un hueco.
A pesar de tener una tentadora terraza en el paseo marítimo de la playa de Ézaro, como hace bastante viento, algo habitual en esta playa y zona de costa, decidimos comer en el interior.
El comedor interior que tienen no es muy amplio, y está lleno a nuestra llegada, por lo que nos preguntan si nos importa comer en las mesas de la zona de la barra.
No problem, tenemos hambre y queremos comer, a poder ser, bien. El sitio, hoy y a la hora que es, es lo de menos, por lo que no nos importa comer con mantel de papel, las gastroexperiencias campechanas a base de comida casera gallega también nos gustan.
Nos traen la carta, donde reina la gastronomía tradicional gallega, la de toda la vida. La camarera nos canta de viva voz algunas sugerencias fuera de carta. Como veréis a posteriori, no es precisamente su suave voz lo que nos engatusa, sino uno de los pescados frescos que nos ofrecen fuera de carta, para dos personas.
Como antesala del plato estrella, decidimos comenzar compartiendo un par de entrantes, as usual. Comer calamares frescos en Galicia es una delicia, con tiras irregulares, de tamaño considerable, como debe ser. Con un ligerísimo toque rebozado, aunque con excesivo punto de sal, la calidad de la materia primera es notable. La ración, generosa. Qué pena la sal, se les ha ido un poco la mano con el rociado a posteriori, se nota hasta en el borde del plato. Pasa hasta en las mejores cocinas. De nuevo, no problem, están muy ricos. Si tenemos sed, ya pediremos otra cerveza.
Estando en la provincia de A Coruña, vamos a probar unos pimientos de Padrón. Unos pican, otros non, pero todos, absolutamente todos, están bien sabrosos. Otro chute de alegría para la hipertensión el cuerpo por apenas 4 €.
Esperando el segundo plato viene el momento inesperado del día, esas cosas que nunca deberían pasar en un restaurante, pero que desgraciadamente, ocurren. ¡Comienza el espectáculo, y no gastronómico precisamente! De repente, se oyen gritos en la barra. Presenciamos una bronca espectacular, con gritos, reproches y me atrevo a decir que insultos en gallego cerrado, entre el que suponemos es el jefe del local, y una de las camareras. Por la forma en la que se gritan, hacemos cábalas de que probablemente sean padre e hija, desbordados por alguna extraña e incomprensible situación.
El ‘no problem‘ no tiene cabida en esta lamentable tragicomedia a la gallega. Nunca sabremos el origen de aquellos fuegos de artificio, pero menos mal que en la zona de barra estábamos pocos; la gente del comedor interior, al que se accede a través de una puerta, tuvo la buena suerte de no presenciar esta triste escena. Más de uno, se hubiese levantado de la mesa, para irse del restaurante (sin pagar, por supuesto) o para ponerle los puntos sobre las íes al que más fuerte gritaba de los dos.
Concentrémonos en la gastronomía gallega, que es a lo que veníamos hoy. Tras el altercado, nos zambullimos de lleno en una lubina a la plancha para dos, ese plato fuera de carta que nos sedujo desde el minuto cero.
La piel se les ha tostado un pelín (espero que la discusión no fuera por esto), pero la pieza de pescado está jugosa, para nada seca. Acojonantemente fresca y sabrosa, toda la carnaza, sin excepción. Encamada en lechuga, que no pinta aquí ni con cola, se acompaña de unos ricos cachelos gallegos, sin ajos ni ajilimojilis varios que tanto nos gustan en Euskadi. Es pescado fresco made in Galicia, AS IS. Muita calidade.
Este plato, sin ser un lubinón de kilo y pico, cuesta 24€. Eso pone en la cuenta, que nos la traen hecha a boli Bic, con una suma manual que tenemos que comprobar. Con los dos entrantes y este segundo a compartir, nos hemos quedado de cine. Incluso pasamos del postre, accediendo directamente a los cafés y al chupito de orujo blanco gallego. Lo sacan en tamaño only the brave, y para los de Eibar, por supuesto. Con dos cervezas por cabeza, y esta vez sin vino, que luego hay que conducir de vuelta a Boiro, ‘La Dolorosa’ roza los 48 €.
La mitad de la cuenta lo vale la lubina, pero realmente, se merece tal protagonismo. O más. Los entrantes, a pesar del puntual fallo de la sal en los calamares, estaban también riquísimos. El bar restaurante A Cascada es un local muy sencillo y campechano, al igual que el trato y el servicio, con una cocina casera de toda la vida.
El valor diferencial está en la materia primera, que como en casi todos los restaurantes en Costa da Morte, es sublime, especialmente a nivel de pescados y mariscos. Eso y sólo eso, es decir, la lubina y los calamares, salvan y dan la vuelta al bochornoso espectáculo y bronca entre compañeros que pudimos contemplar durante esta gastroexperiencia en Ézaro. Es triste que te acuerdes de un restaurante por su lubina, por sus calamares, pero sobre todo, por la lamentable bronca que presenciaste. Que un hecho así empañe una buena gastroexperiencia es muy triste.
Esperamos y deseamos por el bien de todos, que aquello fuera un hecho puntual, porque la gente, camareros, cocineros y dueños, se merecen un respeto. Lo mismo para con los clientes, tanto del bar como del comedor, que han optado por dejarse sus euros en dicho bar-restaurante. Esta vez, la lubina y los calamares salvan in extremis esta gastroexperiencia, pero no siempre los clientes están dispuestos a presenciar este tipo de espectáculos, ni todas las lubinas salen tan exquisitas.
A pesar de esta ‘movida’, recomendamos comer en este restaurante en Ézaro, porque creemos y confiamos en su cocina y en su buen hacer, más allá de calentones fatídicos. Además, tiene una ubicación privilegiada, perfecta para ir a comer después de visitar la cascada y el mirador de Ézaro. Y después de comer, a descansar en la playa de Ézaro. Buen plan para disfrutar de la Costa da Morte, ¿verdad?
Seguro que tú también has presenciado alguna vez un “altercado” de este tipo en un restaurante, o alguna situación rocambolesca que nos quieras contar. ¿Tanto como para empañar una comida o cena? ¡Anímate a contarnos tu experiencia!
Valoración @Lonifasiko: 3,5/5
Información práctica:
- Dirección: Carretera Cee-Muros 15297 Ézaro (Dumbría, A Coruña)
- Teléfono: (+34) 981 71 27 00
- Es un local pequeño, especialmente su comedor interior, por lo que se aconseja reservar mesa con antelación. Dispone de terraza, que da hacia el paseo marítimo, donde puede soplar bastante viento.
- Sirven raciones y platos combinados.
- Se aconseja preguntar por platos fuera de carta, preguntando el precio claro, ya que manejan buen género de pescado y marisco fresco.
- El bar-restaurante A Cascada tiene dos entradas: una por la parte de la carretera y otra por la terraza, en el propio paseo marítimo de Ézaro.
- No tiene aparcamiento propio. Se puede aparcar a ambos lados de la carretera principal que atraviesa la localidad de Ézaro.
- Gastroexperiencia disfrutada en Agosto del 2013.
- Precio: 47,90 € por 2 adultos con todo lo descrito en este post.
- No se puede pagar con tarjeta.
- Mapa con la ubicación del restaurante A Cascada en Ézaro
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2 comentarios sobre “Restaurante A Cascada: Calamares y lubina ¡espectáculo inclusive!”