El restaurante Alboroque en Haro es la última propuesta en sumarse a la oferta y escena gastronómica de la capital del Rioja. Sólo te daremos un consejo antes de empezar: siéntate en clave de disfrutar. Hoy vas a comer en uno de los mejores restaurantes de Haro.
Índice de contenido
Comer en el restaurante Alboroque en Haro
El restaurante Alboroque se sitúa en la misma Plaza de la Paz de Haro, esa plaza que ejerce, con permiso del barrio de la Estación y de sus bodegas centenarias, de centro neurálgico de la ciudad jarrera.
Que no te engañe la dirección del restaurante, relativa a la plaza pequeña donde se asientan bares de tapas de Haro míticos como el Vega o el Benigno. Al restaurante Alboroque de Haro, muy discreto por fuera, se entra con paso firme y con elegancia jarrera desde una esquina o vértice de la citada plaza, justo al lado del mítico Café Suizo.
Nada más abrir la puerta se entra en un pequeño espacio con barra que hace las veces de área de recepción de los comensales. Chequean el nombre de tu reserva y te conducen a la mesa correspondiente.
Imprescindible reservar con suficiente antelación si quieres comer en el restaurante Alboroque de Haro, especialmente en fines de semana.
El comedor está situado en esa misma planta, al mismo nivel que la entrada por la Plaza de la Paz, en un espacio totalmente accesible. Es un espacio muy comedido y muy bien resuelto a nivel de disposición de mesas, con espacios bien aprovechados que ofrecen sensación de amplitud.
A ello contribuye una decoración coqueta y minimalista, con mobiliario moderno y tonos cálidos. Detalles muy cuidados, ambientación perfecta y confort gastronómico desde el minuto cero, valores que suman e incitan a vivir una experiencia gastronómica de cierta altura.
La atención por parte del personal de sala va en la misma línea: minimalista, discreta y muy profesional, a la altura de un muy buen restaurante en Haro. Es el sello reconocible de Laura Gómez, responsable de sala, una profesional sobresaliente.
Carta de vinos concisa, muy riojana y muy jarrera
La carta de vinos es muy directa, concienzudamente enraizada en los vinos de Rioja. El guiño hacia las bodegas y vinos de Haro es más que notable. Quizás se echa en falta alguna mínima referencia de otras regiones de vino de España, más allá de algún cava catalán y del champagne francés que sí tienen cabida en la sección de espumosos de la carta de vinos. La selección es cuidada y los precios son más que correctos, como en Vivino España.
Buscando referencias nuevas, y tentados por la garnacha blanca y tinta de Cifras, un vino de Labastida que produce Carlos Fernández y que tarde o temprano probaremos, nos hemos animado con Valenciso blanco, un vino blanco de Ollauri fermentado en barrica.
Con predominio de la variedad viura (70%) y con un interesante aporte de garnacha blanca (30%), Valenciso blanco es un vino que tiene cuerpo, que llena la boca. Sigue siendo un vino fresco pero al mismo tiempo tiene un punto graso, es un vino que pide a gritos comer. Toque de madera -de roble del Cáucaso- muy bien integrado, sin acaparar ni robar protagonismo a la fruta. Es un vino persistente, y sobre todo, es un vino muy elegante, calificación que va unívocamente asociada a los pocos pero selectos vinos que elabora esta pequeña gran bodega de Ollauri.
Qué gozada de vino, y qué armonía y aguante con los platos que te mostramos a continuación, ¡verás!
Puedes consultar la ficha y características de este vino, leer opiniones de winelovers y comprarlo online, en Vivino España.
Entrantes: creativo y untuoso carrusel de opciones
¿Has comido alguna vez sólo a base de entrantes o primeros platos? No quiero quitar valor, ni mucho menos, a los segundos platos o platos principales (carnes y pescados) de la carta del restaurante Alboroque, pero sinceramente, el festival de entrantes es tal, lleno de opciones irresistibles, cada cual más apetecible, que no sería nada descabellado comer en el Alboroque a base de entrantes de temporada. Para compartir, por supuesto. Ahí lo dejo, para las y los atrevidos.
Es la parte de la carta en la que habitualmente más reparo, y en el restaurante Alboroque, créeme, cuesta decantarse entre tantas buenas opciones. Al final optamos por compartir dos entrantes. Quien dice compartir no dice estorbarse, llevarse la mejor parte o pelearse por el último bocado. La mayor parte de los platos, si se dice claramente que son para compartir, cuando el plato y el alimento lo permiten, se sirven emplatados individualmente, con sumo gusto por cierto.
Sardinas ahumadas, ajoblanco de coco, manzana verde, aceite de menta y tomate. Delicadeza extrema y combinación perfecta de matices y texturas, con el poderoso sabor de la sardina ahumada sobre un sutil fondo de ajoblanco en el que me podría bañar todos los días.
El segundo entrante es un capricho de cuchara que da pena desmoronar. O no. Huevo a baja temperatura, sopa de patata, setas, hongos y aceite de trufa.
De nuevo, un fondo potente sobre el que se desparrama la yema del huevo, creando un armonioso festival con las setas y los hongos. Para comer a cucharadas, literalmente. Echa un vistazo al vídeo.
Vaya dos entradas gastronómicas, ¿verdad? Y qué bien acompaña el amigo Valenciso blanco. Sigo pensando que los vinos blancos de Rioja son todavía hoy unos grandes desconocidos, uno de los mayores factores sorpresa del enoturismo en La Rioja.
Del mar: mucho más allá del clásico bacalao
Como es habitual en tantos y tantos restaurantes en La Rioja, predominan las opciones de carne sobre las de pescado en la carta. Entre los pescados, llaman la atención unas siempre especiales kokotxas de bacalao al pil-pil, que acompañadas con unos pimientos rojos asados y guisados tienen que estar de rechupete. Unas vieiras asadas podrían ser una buena opción para los amantes del marisco,. Y el as exótico en la manga viene de la mano del atún rojo del Mediterráneo (de la casa Balfegó) a la plancha, tomate salteado con pistacho y jugo de miso.
Nos apetece probar ese atún rojo criado en alta mar, que en este caso no viene de la almadraba de Barbate, sino de los tanques situados frente a la costa de L’Ametlla de Mar, donde hace unos años me atreví a nadar entre atunes.
Nadie puede discutir la calidad de este producto criado en el Mediterráneo ni el punto de plancha exacto que le da el chef Raúl Muñiz. Seguimos con ganas de compartir, seguimos con emplatado individual. Dos tacos o lingotes rectangulares, con los bordes bien hechos por fuera, y con la carne templada por dentro. En su punto, junto a un toque crujiente de pistacho y una interesantísima sopa de miso que te transporta al Lejano Oriente.
Carnes y asados para todos los gustos
Por supuesto, algún plato de carne había que probar, ¿no? Coexisten platos de carne clásicos, como el entrecot o el solomillo, ambos de vacuno mayor, con carnes trabajadas a fuego lento, como las carrilleras o el rabo. Llama la atención el abanico ibérico y una sección específica de asados entre las que puedes encontrar cordero lechal y cochinillo (para dos personas). Para los más clásicos y forofos de restaurantes como El Terete, también en Haro, seguro que la paletilla de cordero lechal tampoco defrauda.
Ya ves que opciones atractivas no faltan, pero nos vienen a la mente recuerdos gastronómicos imborrables de la etapa de esta pareja al frente de La Bodega de Rivas. Sin dudarlo demasiado, optamos por el rabo deshuesado a la plancha, crema de patata y cuscus vegetal. Fue un “clásico” en Rivas de Tereso, a los pies de la Sierra Cantabria, y estoy convencido de que se va a perpetuar como un nuevo clásico a orillas de los ríos Ebro y Tirón.
El plato se presenta en formato de lingote de carne de color oscuro, aderezado con un colorido toque vegetal. Carne más limpia imposible. Se deshace en la boca. Es un sabor rabiosamente potente, de jugos concentrados, de cocina de largo recorrido y paciencia. En urdida contraposición y contraste, una textura crujiente de brócoli y coliflor coronan ese irresistible rectángulo. Por si fuera poco, el conjunto descansa sobre una crema ligera de patata que invita a pedir más pan y a no parar de untar.
Postres caseros reinventados
Cinco postres caseros más que tentadores conforman la carta de postres del restaurante Alboroque. Nos decidimos por un postre al centro, por un clásico renovado: tarta de queso, crujiente de galleta y helado de frutos rojos.
No pienses en la clásica tarta de queso, porque no lo es, ni en apariencia ni en nada. Es una deconstrucción de tarta que bien podría pasar por un mousse de queso, con una base “escondida” de crujiente galleta y con ese punto de contraste ácido tan característico de las frambuesas. Un postre perfecto para compartir, para mirarse a los ojos y sonreir, para dejarse llevar por las conversaciones sinceras y por los dulces efluvios de la buena vida.
Vinos de postre: ¡Atrévete!
Para acompañar el postre y comenzar una sobremesa que nunca quieres que comience ni termine, en plan último capricho, una copa de Tokaji, un vino dulce húngaro que gusta incluso a las personas que no se atreven con los vinos de postre. También tienes el mítico Ochoa, otro vino de postre de Navarra que nos maravilla.
Es un vino muy dulce pero tiene la justa medida para no cansar ni empalagar. Elegancia en sintonía con el Valenciso blanco al que gustosamente hemos dado matarile hace tiempo. Delicioso y untuoso final, justo antes de un rico y bien servido café. Qué a gusto.
Uno de los mejores restaurantes en Haro (sino el mejor…)
¿Qué te ha parecido el pase gastronómico? Esto sólo ha sido una pequeña muestra en base a nuestras preferencias, vicios y antojos, pero estamos convencidos de que va a ser difícil equivocarse al comer en el restaurante Alboroque en Haro.
Por cierto, ¿sabes lo que significa la palabra “alboroque“? Es una palabra que proviene del árabe y significa “regalo/agasajo que se hace a alguien, tras una venta o transacción comercial, que normalmente incluye una celebración con comida y bebida“. Vamos, que visto lo visto, el nombre no puede ser más acertado. Si quieres agasajar a alguien o darte un capricho porque tú lo vales, ¡a comer al Alboroque!
Si buscas dónde comer bien en Haro, ni lo dudes. Era un secreto a voces y ahora es el comentario generalizado en las calles de la ciudad: “Haro necesitaba y se merecía algo de este nivel“. Haro necesitaba -desde hacía demasiado tiempo- algo de luz gastronómica, “volar” más alto.
Para estar a la altura de sus vinos finos y de sus bodegas centenarias, la Capital del Rioja requería un plus de atrevimiento gastronómico más allá de la oferta excesivamente tradicional de los restaurantes clásicos “de toda la vida”, que en muchos casos, siguen anclados y adormilados en la comodidad y en la indiferencia del turista poco exigente.
Es más, en el poco tiempo que llevan (abrieron el 8 de Junio del 2020), la nueva aventura y propuesta de Raúl Muñiz y Laura Gómez ya está dando que hablar, y su atrevido aterrizaje en Haro, una plaza gastronómica difícil y exigente, está siendo aplaudido -con razón- desde El Mazo hasta La Herradura, incluso en el resto de La Rioja Alta.
Sólo quedar desearles buena suerte, porque el buen provecho, el disfrute y el alboroque, están más que garantizados en el restaurante Alboroque de Haro.
Valoración @Lonifasiko: 4,8/5
Booking.com
Información práctica:
- Dirección: Juan García Gato 2 – 26200 Haro (La Rioja)
- Entrada por una esquina de la Plaza de la Paz. Junto al Café Suizo, buen sitio para tomarse una copa.
- Puedes aparcar el coche de forma gratuita aquí.
- Teléfono: 941 30 36 43
- Cierra los lunes.
- Imprescindible reservar, especialmente en fines de semana.
- Precio medio comensal: 35-50€.
- Se puede pagar con tarjeta.
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Información práctica para completar tu viaje a Haro:
- Alojamiento en Haro. Consulta sin compromiso a través de nuestro blog diferentes opciones para dormir en Haro. Si no te importa moverte en coche, te recomendamos estos tres alojamientos con encanto muy cerca de Haro (a menos de 5 kilómetros):
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Haro me parece un lugar encantador para pasar un fin de semana o unos días entre amigos o familiares. Un lugar perfecto para degustar buen vino y buena comida., y este restaurante un lugar interesante a visitar. También me ha tocado visitarlo alguna vez entre semana debido a mi trabajo de vendedor de planchas industriales para hoteles y hay un ambiente buenísimo.
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