Un halo de especial y característico orgullo cubre el valle del río Ego a su paso por Eibar. De norte a sur y de este a oeste. Desde Urko hasta Galdaramiño, desde Illordo hasta Kalamua, desde Maltzaga hasta Amaña. Es como si alguien se hubiera ocupado de tejer una fina pero resistente tela de araña para cubrir los límites territoriales de Eibar; como si hubieran rociado Eibar Valley generosamente con una pócima mágica de Panoramix que genera un sentimiento de apego especial hacia una ciudad enclavada en un valle orográficamente imposible, habitada por personas con unos valores y una actitud sobresaliente. Lo denominan orgullo eibarrés y recientemente ha vuelto a aflorar en forma de numerosas fotos de Eibar que se han compartido en la red al amparo del fenómeno ‘Eibar ez da zatarra‘. Es ‘algo’ muy difícil de explicar, pero por orgullo, lo vamos a intentar.
