A día de hoy ‘choca’ encontrarse con pueblos a cuyas calles principales el asfalto no ha llegado o no se le ha permitido, por diversas causas, llegar. Es más, quedarán muy pocos pueblos en toda España que no hayan sido ‘contaminados’ ya por esa materia gris destructora, aunque comunicadora, creada por el hombre y denominada comúnmente asfalto. En ciertos casos, parece mentira que en pleno siglo XXI haya pueblos todavía en ese estado, incomunicados a nivel de transporte. En cambio, haciendo la lectura inversa, alegra ver que existen casos excepcionales en los que el asfalto no es bienvenido, señal inequívoca de que se quiere conservar la esencia propia del lugar, su autenticidad. Es lo que ocurre con varios pueblos de la comarca de la Maragatería en León, muy cerca de Astorga. Si hay que destacar un nombre propio en tre los pueblos maragatos, ése es Castrillo de los Polvazares, uno de los estandartes turísticos de esta entrañable comarca leonesa que atraviesa el Camino de Santiago, gastronómicamente muy conocida y apreciada por su estupendo y contundente cocido maragato.