¿Quién cocina sin sal? ¿A quién no le gusta ese toque sutil y esa ‘viveza’ que otorga la sal a muchas de nuestras comidas y gastroexperiencias? Desgraciadamente, hoy en día no valoramos demasiado la calidad de una buena sal, o al menos, no lo hacemos en nuestra cocina del día a día.
Sin embargo, si algo tienen los viajes y las excursiones para conocer sitios nuevos, es la capacidad de abrirte la mente y hacerte reflexionar sobre ciertos aspectos de la vida, muchos de ellos cotidianos, a los que quizás no das demasiada importancia, que pasan desapercibidos y descuidamos en la vorágine y caos diario en el que vivimos inmersos. Es una de las mayores lecciones que hemos aprendido recientemente al visitar el ecomuseo de la sal en Leintz-Gatzaga, también conocido como Museo Salino de Léniz.
