Hay dos cosas que siempre hago en cualquier viaje a Madrid. Sea un viaje en clave de ocio o por motivos de trabajo, hay dos visitas gastronómicas que se han convertido en imprescindibles para mí en la capital del oso y del madroño. Hablamos de placeres castizos y sencillos, nada de altos vuelos, que disfruto durante mis periplos madrileños, donde ya nunca falto a la cita con el clásico bocadillo de calamares y con la cocina casera del restaurante La Sanabresa, uno de los sitios más auténticos y económicos para comer un menú del día bueno y barato en el centro de Madrid, cerca de Antón Martín. ¿No te lo crees? Anda, siéntate conmigo a la mesa.
