Gijón tuvo pasado romano, y así lo atestiguan los vestigios encontrados en esta vibrante ciudad asturiana que se asoma desafiante al Cantábrico. Sin embargo, y aunque parezca mentira, a día de hoy nadie sabe ni se ha podido demostrar cómo se llamó el asentamiento romano que se estableció en esta parte de Asturias allá por el siglo I d.C.
Misterios aparte, lo que sí sabemos a ciencia cierta es qué hacer y qué ver en Gijón. Y una de las visitas imprescindibles, sencilla, gratuita y saludable, es darse un agradable paseo por el pasado marinero de la villa, por su casco histórico. Para ello, te proponemos visitar el barrio de Cimadevilla (Cimavilla en asturiano), todo un emblema para capturar la esencia de lo que fue, es y será la bella Xixón.
Índice de contenido
Qué ver en Gijón: Barrio de Cimavilla
Este asentamiento se estableció principalmente en la península de Santa Catalina, un accidente geográfico que a día de hoy divide la famosa Playa de San Lorenzo con el puerto deportivo y la parte más industrial, la zona de astilleros, de Xixón. Es un trozo de tierra que protegido por acantilados, se adentra desafiante hacia el mar Cantábrico.
Museo termas romanas de Campo Valdés
Como vestigio principal de ese asentamiento romano tenemos el museo de las termas romanas de Campo Valdés, unas termas públicas que fueron utilizadas desde finales del siglo I hasta siglo el V. En la actualidad, se ha construido un museo alrededor de estas termas, donde se explica cómo era y estaba organizada Gijón en la época romana.
De hecho, la entrada a la termas, excelentemente acompañados por nuestro guía Carlos, nos hace entender que estamos ante unas termas públicas de tamaño pequeño, ideadas para una ciudad de 2500 personas aproximadamente. Fueron construidas durante el reinado del emperador Octavio Augusto, quien sometió a Hispania a las leyes de la Roma imperial.
A pesar de ser unas termas de pequeño tamaño, destacan en ellas su peculiar sistema de calefacción, a base de leña, los pilares que sostenían el edificio que albergaba las termas y los frescos hallados en algunas paredes de los baños. Hay que significar que las mujeres también disfrutaban del recorrido frío-templado-caliente que ofrecían estas termas, en horarios diferentes a los hombres. Al igual que en casi todas las termas romanas, el agua empleada era dulce, con la particularidad de que en este caso, el agua salada del mar Cantábrico, está situada a apenas una decena de metros.
Desde estas termas convertidas en necrópolis durante el siglo XV, la visita al barrio de Cimavilla prosigue frente a la Parroquia Mayor de San Pedro Apóstol, considerada como la iglesia principal de Gijón. Es una iglesia imponente y muy rectilínea desde fuera, sin perder su toque de sobriedad.
Cerro de Santa Catalina
Por detrás de la iglesia, se emprende un empinado ascenso al Cerro de Santa Catalina, vértice de la península y zona verde recuperada para uso público no hace tantos años. Es un bonito paseo muy bien habilitado para disfrute de gijonenses y visitantes. El contraste entre verdes y azules, y las vistas a izquierda y derecha, tanto a la zona de astilleros y puerto industrial, como hacia el extremos este de la bahía de Gijón, son un regalo para los ojos.
La creatividad escultórica de Eduardo Chillida
Tan bonita península merecía un regalo escultórico en la cima del cerro, y ahí es donde entra en juego la obra ‘Elogio del Horizonte’, creada por nuestro paisano guipuzcoano el escultor Eduardo Chillida. Una enorme obra de hormigón armado, que vaciado, permite contemplar, y efectivamente, elogiar, el horizonte, en este caso, el del mar Cantábrico en Asturias.
Es una zona en la que pega mucho el viento, y en la que el batir de las olas es continuo frente a los escarpados acantilados que protegen la península. Si permanecemos en silencio situados bajo la obra, la oquedad que el Cantábrico ha ido erosionando bajo el acantilado, hace que se reproduzca el ‘efecto caracola’, una especie de caja acústica en la que se puede escuchar de forma muy amplificada el sonido de las olas. Eduardo no planeó esto en su privilegiada mente, pero su obra y la naturaleza se pusieron de acuerdo para crear esta sorpresa natural ahora convertida en leyenda para el visitante y en uno de los iconos de Gijón.
Todavía son muy visibles a día de hoy los restos de la zona militar que ocupó en su día esta zona. Numerosos búnkers de feo cemento, adquiridos a finales del siglo XX para uso público, han sido ahora ‘conquistados’ por unas espléndidas zonas verdes dignas de un retiro gijonense de primer nivel.
Museo casa natal de Jovellanos
Desde esta zona se puede bajar en cuestión de cinco minutos, primero entre verde prados y luego por unas escaleras, hasta otro de los sitios más emblemáticos del barrio de Cimavilla, el museo casa natal de Gaspar Melchor de Jovellanos. Realmente se trata de un bonito palacio convertido hoy en museo. De entrada gratuita, aparte de las exposiciones de pintura que suele haber, merece la pena subir hasta el segundo piso, donde podemos admirar un gran obra de arte denominada ‘El Retablo del Mar‘.
Parece mentira que el escultor Sebastián Miranda, pudiera crear a principios de los años 70, y con 80 años de edad, esta exquisita representación, de seis metros de largo, labrada en madera de pino. En este retablo se resume la esencia del barrio marinero que siempre fue Cimavilla, representándose en la obra una ‘rula gijonesa‘, es decir, una subasta de pescado de la época, con los pescadores intentando vender las capturas traídas de la mar, y con gran parte del barrio asistiendo expectante, a la puja por dicho preciado pescado. Los detalles de este retablo son una auténtica pasada, una obra de arte, de madera, sin igual.
Frente a este palacio, ubicado en una pequeña plaza, ya se empieza a entrever el ambiente y la vidilla que caracterizan a este barrio marinero. Tan sólo queda callejear y perdernos entre un laberinto de estrechas calles que dan hacia la zona del puerto deportivo de Gijón.
Son calles con las típicas características de pueblos marineros: estrechas, en cuesta, algunas de ellas empedradas, con algunas casas y edificios históricos que nos transportarán a épocas pasadas, no muy lejanas, pero que parecen estar a años luz.
Casas marineras y zona de sidrerías en Gijón
Destacar algunas casas típicas marineras que han sido renovadas, donde se pueden apreciar puertas reconvertidas en ventanas, decoradas con maravillosas cortinas tejidas con mimo y esmero de manera artesanal, etc. Como detalle más llamativo, mencionar la ubicación de la escalera para acceder a la puerta principal de la casa, ubicada en el primer piso; la escalera es exterior, ocupando parte de la actual acera, y desafiando ahora cualquier ley de urbanismo que se precie.
El casco histórico dispone de un montón de bares, y especialmente sidrerías, repartidas de forma desordenada por las diferentes calles y plazas, que ejercen de puntos de reunión de los gijonenses, en acertadas terrazas, y como no, alrededor de una buena botella de sidrina. Lo de las sidrerías en Gijón es una pasada…
Y es que nunca puede faltar la sidra, el elemento socializador asturiano (¡y vasco!) por excelencia, en ninguna mesa o terraza del casco histórico.
Pssst! Para comer en Gijón, aunque no queda cerca de Cimavilla, nosotros te recomendamos el restaurante Casa Dulce, un sitio mundialmente famoso por el pulpo amariscado (bajo encargo) que allí preparan.
Mientras, la vida discurre tranquila para los vecinos del barrio de Cimadevilla, que no olvidan sus quehaceres diarios, entre los que también tiene cabida el rezo en la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, virgen a la que antaño rezaba este barrio de pescadores, para que las capturas fueran buenas, y la mar no se llevara a ningún pescador.
El árbol de la Sidra, oda al reciclaje y modus vivendi asturiano
Las calles del barrio de Cimavilla mueren en el puerto de Gijón, otrora importante puerto pesquero, hoy en día, más puerto deportivo e industrial que otra cosa. Paseando ya por el paseo marítimo junto al puerto, la sidrina vuelve a tener su espacio y dedicatoria, con una creativa escultura realizada a base de cientos de botellas de sidra, a las que se les ha buscado un reciclaje artístico, y que dotan a este barrio de un monumento singular, que forma parte ya del skyline de Gijón. Es el famoso árbol de la sidra de Gijón. Te suena, ¿verdad?
Sin perder la vista a la sidrina, la escultura de Don Pelayo, primer rey de Asturias, otea el horizonte; no el horizonte de Chillida, sino el horizonte del barrio, de Gijón, y de toda Asturias; tierras y gentes que defendió a capa y escapa, liderando la Reconquista, batallando y frenando el avance de los musulmanes hacia el Norte. Era un tipo honrado, como la mayoría de los asturianos. Seguro que él también tenía claro qué ver en Gijón. Y sobre todo, qué hacer en Gijón ;).
Y así termina esta curiosa visita express por el singular entramado urbano que acoge la península de Santa Catalina, dando forma al popular y emblemático barrio de Cimavilla de Gijón. Un breve pero intenso recorrido por el casco histórico de la ciudad asturiana, recordando su pasado romano, su estrecha relación con el Mar Cantábrico, su ambiente y ajetreo turístico aderezado con sidrina everywhere, y su toque artístico en forma de museos y esculturas. El barrio de Cimadevilla (en castellano) es una visita imprescindible en Xixón, un lugar con un pasado marinero y un carácter especial, con una forma de ver la vida que…¡prestonos mucho, ho! 😉
Información práctica:
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- Visita realizada en Mayo del 2014.
- Para comer, te recomendamos el restaurante Casa Dulce.
- Museo de las termas romanas de Campo Valdés.
- Precio entrada adultos: 2,5 €
- Entrada gratuita para menores de 16 años y todos los domingos.
- La entrada al Museo casa natal de Jovellanos es gratuita.
- Mapa con lugares de interés del barrio de Cimavilla en Gijón
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Te felicito por el post
Las fotos y contenido geniales
Un honor haberlos vueltos a ver a los dos
Hasta la proxima
Gracias Alejandra!! Como bien dices, tras desvirtualizarnos en FITUR, un honor haber vuelto a coincidir en Gijón…, ¡y que sigamos coincidiendo por mucho tiempo! Un abrazo!