Ser único en este mundo tan competido en el que vivimos es complicado. Ya lo es diferenciarse, pero ser ‘único’, es doblemente complicado. Este tipo de premisas y pensamientos negativos no debían de encajar muy bien en la bien amueblada mente de Miguel de la Vía, un cantero que a base de mucho trabajo, sudor y riesgos, amasó una gran fortuna durante su vida profesional. Podría haberse retirado en la tranquila isla de Cozumel sin que nadie se hubiera enterado, pero su pasión por el mundo del motor, los automóviles y los coches clásicos en particular le llevó a trabajar en pos de tener una colección de Rolls-Royce única en el mundo.
Así es, Miguel de la Vïa dedicó gran parte de su éxito empresarial hacia la adquisición, reparación y puesta en marcha, de numerosos automóviles de lujo, clásicos y modernos, con especial predilección por la marca británica de automóviles fundada en 1906 por Henry Royce y Charles Stewart Rolls. ¿Os apetece daros una vuelta por Enkarterri en uno de los coches propiedad de Don Miguel?
Rolls-Royce blanco frente a casa-torre Loizaga