En Les Cases d’Alcanar, extensión playera de Alcanar, la última primera localidad de Tarragona, todos los caminos y calles conducen al coqueto puerto de la localidad. Es un puerto que sigue teniendo cierto carácter pesquero y tradicional, aunque la mayor parte del mismo, como ocurre en muchas localidades, funciona como puerto deportivo.
Con vistas a él, o mejor dicho, situado sobre la dársena del puerto deportivo, en una zona privilegiada en comparación con otros restaurantes en Les Cases d’Alcanar, nos sentamos en una agradable terraza dispuestos a comer en el Restaurante El Nautic Les Cases.
Para lo relativamente pequeño que es el municipio, nos sorprende que hay mucha oferta en torno a dónde comer en Les Cases d’Alcanar. Es curioso pero muchos de los restaurantes se concentran en los aledaños de la pequeña plaza que precede al puerto. Llamadnos simples, pero los restaurantes a pie de puerto tienen un “algo” especial. Si el puerto es pesquero, mejor, aunque tampoco hacemos ascos a restaurantes con vistas a un tranquilo puerto deportivo.
Conocido como “El Nautic”, como su nombre bien indica, está situado en el edificio sede del Club Náutico de Les Cases d’Alcanar. Lo que no quiere decir que el restaurante sea privado. Para nada. Tengas yate o no, y tengas la cartera llena de billetes “gordos” o no, siempre serás bienvenido en El Nautic. Sin distinciones.
Índice de contenido
Menú marinero, basado en producto local del Delta de l’Ebre
Nos atiende un matrimonio, muy majo y campechano, que se nota pone mucho cariño en todo lo que hacen y ofrecen al comensal. Disponen de carta y al menos tres menús, bastante asequibles en precio. Nos animamos a probar el menú marinero, basado en producto local, que incluye cinco entrantes diferentes. Con los segundos platos, para no dejarnos nada por probar en el tintero gastronómico, también pediremos un poco de todo.
Cómodamente sentados, a la fresca de la sombra y con una ligera brisa, optamos por acompañar la gastroexperiencia con un vino blanco de la D.O. Terra Alta, muy próxima a la zona. No es un vino que emociona en exceso pero cumple con creces su labor de refrescar y facilitar la conversación en torno a una buena mesa y compañía. Discreto, sin empalagar, maridará bien a lo largo de todo el menú.
Arrancamos con un aperitivo en forma de croquetas de marisco, en concreto, llagostí. Un entrante sencillo donde empezamos a ver el toque casero de la comida que aquí sirven, con un langostino muy bien troceado, trabajado y ligado en la masa. Sin ser muy fan del marisco, el sabor es ligero y muy apetecible.
Un pequeño cuenco acompaña los primeros entrantes. Es alioli casero. Aquí dentro sí que hay trabajo y buen hacer. Está espectacular. Con buen vino pan y alioli, se hace el camino. Sí, es una salsa que suele repetir hasta la saciedad, pero sarna con gusto no pica.
Arrancamos los entrantes con una de frituras, con unas supremas de abadejo. Se presentan en forma de pequeñas tajadas de abadejo, un pescado similar al bacalao, rebozadas. Es un pescado de sabor bastante fino, pero a mí, lo que me sigue entusiasmando, y condimenta con alegría este entrante, es el alioli. No puedo dejar de servirme cucharadas en el plato. Si bien están correctas, las supremas sin el subidón del alioli son como un champagne sin burbujas. Lo siento por ellas.
Subimos de nivel. Pasamos a productos con sabor a mar Mediterráneo, o mejor dicho, con sabor a Delta de l’Ebre. Un plato a rebosar de mejillones y caracoles de mar cocidos al vapor, hace acto de presencia en la mesa. La generosidad de las cantidades es más que evidente.
No olvidemos que los mejillones, cultivados con mucho mimo en las mejilloneras de la bahía de Alfacs, son uno de los productos estrella de la gastronomía de Terres de l’Ebre. Cuando el producto es de calidad, no necesita muchos aderezos, y no hay problema en apreciar estos mejillones así, cocidos al vapor, sin trampa ni cartón. Me atrevo y pruebo los caracoles, de enorme tamaño. No me haré nunca fan de ellos, pero ya puedo decir que los probé por primera vez en un restaurante del puerto de Las Casas de Alcanar.
Moluscos y mariscos de primer nivel
La fiesta de los entrantes es un no parar. Se nos obsequia con un estupendo plato de navajas del Delta a la plancha. Son navajas más pequeñas que las que acostumbramos a ver, cuando hay suerte, en otras zonas y restaurantes de España. La razón es bien sencilla: Son navajas del Delta del Ebro. Más pequeñas pero con un sabor mucho más intenso y potente. A mí que las navajas me suelen cansar, especialmente cuando son grandes y “toscas”, éstas me chiflan. Qué sabor, y qué toque de plancha, ¡por favor! Delicatessen.
Las almejas parecían tener envidia de las navajas. De ahí que salgan a escena, con su mejor vestimenta marinera, a la mesa. Espectacular plato, con producto de primera y una salsa que por momentos me hace olvidar al alioli.
Y de repente, ¡un ejército de langostinos a la plancha! Como no, también son de la zona, y se han alistado en este menú con el único objetivo de satisfacer nuestros estómagos. Buen tamaño y mejor sabor. Moluscos y mariscos de primera en esta batalla marinera sin igual.
Arroces, suquet y fideuá, especialidades de la casa
¿En serio que ahora hay que comer segundo plato? Sí, y a falta de uno, vamos a probar dos especialidades de la casa, platos típicos de la zona. Nos saltamos las recomendaciones de los famosos arroces que aquí preparan, para concentrar todo nuestro paladar en un suquet de pescado y en una fideuá que tardaremos en olvidar.
Admito que no conocía el término “suquet“. Pregunto con interés y me responden con gran cordialidad. Es una salsa muy típica en Catalunya y en la vecina Comunidad Valenciana. Es una especie de evolución de la sopa de pescado, con un líquido más denso y más condimento. Servido en plato, por un momento me recuerda al marmitako.
El plato lleva patata y se suele añadir algún tipo de pescado. En este caso, es un suquet de rape y langostinos. Nos hablan de la excelencia del suquet realizado con lo que se conoce como “morralla“, es decir, restos de diferentes pescados. Cocina de aprovechamiento, cocina marinera de altura. Muy gratamente sorprendido con el suquet. Todo un descubrimiento culinario.
No hay dos sin tres. Ni suquet sin fideuá. Me encanta cuando un camarero, o como en este caso, el dueño, Mariano, se pone al frente del perolo o paellera y va sirviendo, tanto el suquet como la fideuá, plato a plato.
Eso denota cercanía, amabilidad y conocimiento del producto que emplata de forma individual. Magnífico.
Para mi felicidad gastronómica, asoman de nuevo varios cuencos de alioli casero. Sí, lo mío con el alioli, en El Nautic, se ha convertido en una obsesión. Perdonadme de veras si acabe con todas las existencias.
Me atrevo a decir que es la mejor fideuá que he comido en mi vida. No he comido cientos de fideuás como para firmar estas palabras con sangre, pero os juro que ésta estaba muy pero que muy conseguida. Al dente. Un punto de cocina perfecto sólo alcanzable por la sabiduría y experiencia de la mujer de Mariano, de cuyo nombre no logro acordarme. Es probable que sea por la turbación provocada por la fideuá y la sobredosis de alioli.
Si vas a comer al Nautic en familia o con una buena cuadrilla de amigos, sin duda te recomendamos compartir y probar varios segundos platos. Combines como combines, el tridente de suquet, arroces y fideuá es infalible.
La Clementina de Alcanar, esa joya cítrica
Pasamos con pena alegría y sin gloria a los postres. Mi estómago sólo puede tolerar algo ligero, por lo que opto por un sorbete de clementina. ¿Sabías que la clementina de Alcanar tiene mucha pero que mucha fama? La cercanía a la Comunidad Valenciana le hace ser un referente en la producción de este preciado cítrico, especialmente en lo que a producción de plantas se refiere. Es más, nos aseguran que en Alcanar suelen organizan unas jornadas gastronómicas de la clementina. Creo que con esto te lo decimos casi todo, ¿verdad?
Fresco, ligero y con un toque ácido brutal, el sorbete cumple su función de empujar al fondo del estómago el ejército de platos que hemos degustado. Para disipar dudas, un café y un chupito de licor de arroz, que para algo estamos en el Delta de l’Ebre.
Salimos más que satisfechos, casi rodando, tras la ingesta de esta descomunal entrega gastronómica. La relación calidad-precio del menú marinero es difícilmente superable, así como el trato y la atención, cercano y profesional. No hay dudas si nos preguntan dónde comer en Les Cases d’Alcanar.
Recordaré toda mi vida este sitio por ser el primer sitio donde probé caracoles de mar; también por ser el restaurante donde deguté la que hasta el momento es la mejor fideuá que he comido en mi vida.
Desde aquí amenazo con volver a Les Cases d’Alcanar y probar los diferentes tipos de arroces que preparan en el restaurante El Nautic Les Cases. Estoy seguro que la mujer de Mariano será capaz de desafiar la supremacía del arroz negro que comimos en Alcossebre.
Batallas personales aparte, sólo te recomiendo que te sientes en la terraza de El Nautic (o en el comedor interior), te relajes con las vistas al puerto deportivo y te dejes aconsejar, gastronómicamente hablando, por el bueno de Mariano. Luego, simplemente concéntrate en preparar tu mente y estómago para un festín antológico, asequible en precio y de marcado acento marinero, con raíces bien fundadas en Terres de l’Ebre. Y recuerda: No te pases con el alioli.
Valoración @Lonifasiko: 4,4/5
Información práctica
- Dirección: Dàrsena esportiva s/n, 43569 Les Cases d’Alcanar (Tarragona).
- Teléfono: (+34) 977 73 76 19
- Gastroexperiencia disfrutada en Junio del 2016.
- Precio: Invitación por viaje de prensa. Como se puede ver en la foto, el menú marinero, que consta de 5 entrantes, cuesta 25 € por persona. El Menú Les Cases, de 3 entrantes, cuesta 20 €. Tienen un tercer menú denominado Nautic que cuesta 30 €.
- Se puede pagar con tarjeta.
- Se aconseja reservar en fines de semana y en periodo estival.
- Actividades y excursiones en el Delta del Ebro
- Mapa con la ubicación del restaurante El Nautic Les Cases.
Saludos!
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