Solemos ir a menudo a Bilbao, ya sea de compras, a pasar el día, a juntarnos con buenos amigos viajeros, pero no nos dejamos caer demasiadas veces por el Casco Viejo bilbaíno. Sí, desconozco la razón pero pocas veces cruzamos alguno de los múltiples puentes sobre la ría del Nervión para acercarnos hasta el verdadero corazón del Botxo.
Y cuando hemos ido, casi siempre hemos acabado comiendo unos pintxos en la Plaza Nueva, de bar en bar o sentados en una terraza. Durante nuestra última visita tampoco faltamos a la cita gastronómica de tomarnos un buen y caro pintxo en la mencionada plaza, pero buscábamos un lugar donde comer bien en Bilbao. Y tirando de recomendaciones de Foursquare y serpenteando entre estrechas callejuelas, damos con el Restaurante Harrobia, en la zona de calles que dan hacia el precioso Puente de la Ribera. ¿Romperemos el maleficio de dónde comer en el Casco Viejo de Bilbao?
Al ser día festivo, las calles de Bilbao La Vieja estaban abarrotadas, tanto de turistas en busca de una buena mesa, como de bilbotarras que intentaban estirar el poteo hasta horas insospechadas. Así, tras hojear los sugerentes menús que muchos restaurantes de dicha zona exponían en sus terrazas y comprobar que en alguno, teníamos que esperar bastante tiempo para comer, finalmente nos decantamos por el Restaurante Harrobia.
No sé el tiempo que llevará abierto, pero desde el desconocimiento de las entrañas del Casco Viejo, se ve que es un restaurante relativamente nuevo, o si no, ha sido redecorado hace poco, porque el local, a Julio del 2013, luce bonito y luminoso, tanto desde fuera, donde tiene terraza en la misma calle, como según entras al local.
Sí, la madera clarita combinada con la piedra da esa sensación, es un sitio agradable para sentarse, y tomamos una mesa de cuatro contra la pared, para meter el carrito de la cría sin problemas. La zona del restaurante en la que estábamos sentados estaba casi vacía cuando llegamos, pero poco a poco, fue entrando gente hasta llenarse.
Es curioso porque el local, tiene dos entradas, se puede entrar desde dos distintas calles del Casco Viejo, nos dimos cuenta una vez dentro. Nosotros accedimos desde la zona más próxima al Mercado de la Ribera, pero por la otra calle también se entra, y de hecho, había allí también bastantes mesas, estando la cocina en el centro, cubriendo y sirviendo hacia ambos lados. Si no me equivoco, y por las escaleras que se veían, incluso tiene dos pisos, con lo que el local es grande.
Habíamos entrado con clara intención de probar el menú especial que servían en aquel día festivo (en la web pone que lo sirven hasta el 31 de Agosto del 2013), y supongo que será un menú que servirán también los fines de semana, o a buen seguro algo similar; esos menús que por un precio no desorbitado, ofrecen platos atractivos, al menos por los nombres largos y rebuscados que utilizan, ¡veamos!
Creo que de entrada nos tocó la típica camarera que no lleva mucho tiempo trabajando allí, con el ceño, y los morros, fruncidos todo el rato, mosqueada con el mundo, o con su jefe, vete tú a saber. Le preguntamos qué vino incluía el menú, y al comentarnos que el vino tinto era un Rioja del año, le dijimos a ver si podía ser una botella de sidra, o un verdejo sencillito, suele ser lo normal es los menús, ¿no? Pues no, la chica nos dice que no, y ante nuestra cara de sorpresa, ella sigue erre que erre que no, por lo que le rogamos que pregunte por favor internamente, y que de momento nos traiga una botella de agua. La vida es cuestión de esperar, y visto que la chica ni se molestó en preguntar a sus compañeros, le preguntamos a otro camarero más agradable, y avispado, que en seguida asiente con la cabeza emulando un ‘por supuesto!‘ y nos trae un sencillo vino de Rueda, combinación de uvas verdejo y viura, en cubitera, para que se nos vaya enfriando. ¿Tanto cuesta preguntar? Un restaurante lo hace su comida, pero también su servicio, y es más importante de lo que pensamos.
Entrantes, para compartir of course! Empezamos con una ‘Lasagna de pasta fresca rellena de atún y gambas en fundido de bechamel de parmesano’ Los nombres son largos a más no poder, y desde luego, los platos así leídos, suenan muy bien. Hay que admitir que la lasagna está generosamente rellena, 95% de atún eso sí, poca gamba se ve por ahí, pero la pasta es fresca y la bechamel con el parmesano no empalagan sino que complementan muy bien. El atún es normal, pero este plato de pasta se deja comer muy a gusto, y llena, especialmente si eres de los que untas en el plato hasta acabar con el pobre tomate y el honorable parmesano.
Estaba buena he dicho…hasta que pruebas el siguiente entrante, un ‘Arroz cremoso de setas y boletus con lascas de pulpo al pimentón‘. El rissotto y los arroces cremosos se han popularizado en muchos restaurantes, y hasta cierto punto, me parece normal, ya que son un plato sencillo con el que es difícil fallar, es más, puedes quedar como un señor. De hecho, este entrante estaba genial, con ese arroz bien ligado, con cierto sabor a boletus, y otras setas, y con una lasca de pulpo, para decorar y darle un toque diferente. Con toque de pulpo o sin él, es un plato muy agradecido, y lo disfrutamos muy a gusto, sintiéndolo mucho por la rica lasagna.
Con el estómago cogiendo ritmo de menú especial, pasamos a los segundos, donde tiramos por las opciones de probar pescado y carne. ‘Lubina asada a la bilbaína sobre cama de patata panadera‘, que se podría traducir perfectamente por una lubina asada con patata panadera.
La lubina está sabrosa, en su punto, con ese toque bilbaíno de los ajitos y su ajilimojili, bixi-bixi, como debe ser. Las patatas no aportan mucho ni están exquisitas, pero el pescado se vale por sí mismo, tiene buena carne y está bien preparado, no necesita mucho más.
La opción de carne que elegimos fue ‘Carrilleras de buey estofadas al vino tinto en salsa de su jugo‘. De nuevo, un título demasiado rimbombante, quizás un poco casino, repetitivo. Son unas sencillas carrilleras de buey, que ojo, están muy bien estofadas, ya que la carne está muy suelta, de comer fácil. El jugo, combinación de lo que han soltado las propias carrilleras con el vino tinto engalanan el plato de carne, y dejan en un segundo o tercer plano a unas pobres patatas panadera, que además, están ligeramente especiadas, algo que en la carne se disimula y sobrelleva mejor.
Pasamos a los postres con gran parte de las gastroexperiencia realizada, pero el tiramisú casero y el pastel de queso llaman nuestra atención foodie. El tiramisú se deja comer, y es casero sí, pero decepciona a Laura, experta en la cata de dulces y postres, que esperaba mucho más del adjetivo ‘casero’.
En cambio, el pastel de queso, pensando negativamente de entrada que sería un postre un tanto artificial, sin ser algo extraordinario, está rico, y al diferir de otras opciones que hemos catado en diferentes restaurante, nos hace dudar de si será una tarta artificial o casera. En definitiva, que a pesar de estar ya llenos y de haber probado tartas de queso infinitamente mejores, este postre no está nada mal.
Apurando con el postre un último trago del verdejo sencillo pero fresco que hemos degustado, pedimos un único café, fuera del precio del menú, y la cuenta, que viene a salir 45€ que pagamos gustosamente.
En resumen, un menú especial sin grandes florituras, pero nos atrevemos a decir que el Restaurante Harrobia es una buena opción para comer en el Casco Viejo de Bilbao. Sin esperar placeres gourmet de alto standing, el menú especial que degustamos está formado por platos interesantes que evidencian esmero y buen hacer en la cocina, y no hay que olvidar que la gastroexperiencia, sin IVA, no llega a los 20€ por persona, un precio psicológico que a buen seguro funciona muy bien entre la gente que discurre perdida y hambrienta entre las siete calles bilbaínas. Quizás sobran los nombres demasiado cargados de los platos en cuestión, y algún que otro detalle como las patatas, que ocupan sitio en el plato y aportan cero, pero la atención, a pesar del primer encontronazo con la mencionada chica, que no nos volvió a servir en toda la comida (detalle importante), fue rápida y buena, así como el confort del local, que como digo, se acabó llenando.
Sí, habrá otros mil y un sitios en el Casco Viejo donde ofrezcan menús especiales, a este precio o incluso a precio inferior, con producto de más calidad o donde el sitio sea más auténtico de Bilbao, pero en el conjunto de los pilares que forman una gastroexperiencia, por el precio de 20€, el confort y luminosidad del local y la comida que sirven, el restaurante Harrobia es un sitio interesante, un gastrotxoko que dejamos ya fichado para otras visitas al corazón del Botxo, y en el que podríamos repetir tranquilamente.
Valoración @Lonifasiko: 3.8/5
Información práctica:
- Página web del restaurante
- Dirección: Txakur Kalea 2, Bilbao
- Teléfono: (+34) 946 79 00 90
- Experiencia disfrutada en Julio del 2013
- Precio de este menú especial: 20€/persona
- Otras opciones para comer en Bilbao
- Ruta de pintxos por el Casco Viejo de Bilbao
- Alojamiento en Bilbao
- Cupón descuento de 35 € en Airbnb
- Mapa con la ubicación del restaurante Harrobia en Bilbao
On egin!
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Cómo te cuidas, eh? 😛 En la próxima visita al País Vasco te pegaremos un toque para que nos lleves a uno de estos sitios ^^
Tened claro que si puedo, estaré encantado de mostraros los mejores y más secretos txokos de Euskadi, y por supuesto, eso también incluye ‘gastrotxokos’ ;-). Un abrazo!