Situado en el extremo noreste de la bahía de La Concha, al final del pequeño pero coqueto puerto de Donostia, el Aquarium de Donostia-San Sebastian siempre ha sido uno de los estandartes turísticos de la ciudad. Tú, guipuzcoana, guipuzcoano, vasco en general, que estás leyendo ahora mismo este artículo, seguro que has visitado el aquarium alguna vez en tu vida. Es probable que no lo hayas visitado después de la gran remodelación acometida en el 98, pero seguro que hiciste la típica excursión con la ikastola o el colegio cuando eras txiki, ¿a que sí? La visita al acuario de Donostia siempre ha sido algo very typical in Euskadi. En fin, sea tu primera o tu enésima vez, ¿te sumerges hoy con nosotros, con su permiso?
Índice de contenido
Precio de las entradas al aquarium de Donostia
Allá donde termina el puerto donostiarra, allá donde las traineras suelen ondear la bandera en la famosa regata de La Concha, está la entrada y billetería del Aquarium. Inaugurado en 1928 por iniciativa de la Sociedad de Oceanografía de Gipuzkoa, antes se entraba por el emblemático edificio que uno se topa frente a frente al final del puerto. Ahora, después de las obras de renovación llevadas a cabo hace más de una decada, se entra por la parte inferior, a mano izquierda.
Son lo nuevos tiempos. Una tienda de merchandising marino a izquierdas y un pasillo que nos conduce a billetería. Toca pasar por caja, con mayúsculas.
La entrada de adultos cuesta nada más y nada menos que 13 €. No es moco de pavo, aunque pensándolo bien, y si comparas con lo que vas a pagar luego la ronda de txakolis y pintxos en la Parte Vieja donostiarra, es hasta asequible. Los niños hasta 4 años no pagan entrada, y los niños no tan niños, pagan la mitad, 6,5 €.
Historia de la pesca de la ballena en la Costa Vasca
Según entras te montas en un ascensor que tiene como fondo una pequeña pecera en la que se ven ya algunos peces. Izaro está emocionada, aunque su único objetivo es ver los tiburones del Aquarium de Donostia. Bueno, vale, el aita también está deseando ver de cerca esos tiburones que no tenemos la suerte de avistar en la accidentada Costa Vasca.
Por esa emoción de ver a los escualos, se hace difícil contener a la peque durante la primera parte de la visita al aquarium. Es un interesante paseo por la historia de la pesca, la construcción naval y el pasado ballenero de muchas localidades de la costa de Gipuzkoa.
Maquetas, recreaciones y paneles embriagan al visitante de un aroma marinero que parece lejano, pero que para nada lo es. Como dato reseñable, a principios del siglo XX todavía se ejercía la pesca de la ballena en la Costa Vasca. Ya de pescar, pescar algo grande, ¿no? 😉
Aunque hay audioguías disponibles, sin un guía físico, la primera parte de la visita es imposible de interpretar para los niños. Puedes retener puntualmente su atención con una maqueta de un barco, con una espada pirata o con un atún artístico hecho a base de latas de conservas.
Incluso la recreación de la amama que no paraba de tejer redes en el puerto, o junto al fuego bajo de su cocina, les puede hacer gracia, durante cinco segundos. Al segundo seis, la cantinela del “Aita, nun dauz marrazoak?” (“Aita, ¿dónde están los tiburones”) retumbará en tus oídos una y otra vez.
Otro dato de la visita que como adulto nos llamó la atención, que nos pareció simpático. En épocas gloriosas pasadas, cuando la pesca era abundante y fuente de riqueza, el puerto de Donostia era conocido con el nombre de Barrio de la Jarana. Sí, ‘jarana’ de meneo, algarabía y buen ambiente. Siempre se ha dicho que los puertos solían ser zonas muy animadas, con pescadores que venían con ganas de marcha, cargados de pescado y con dinero fresco en el bolsillo. Donde había business, había marcha, en todos los sentidos. Donostia no era menos, aunque con el tiempo, la ciudad se fue convirtiendo en la ciudad balneario, bella y señorial que es hoy, perdiendo gran parte de esa algarabía y ambiente canalla (en el buen sentido) que tuvo en su día. Una pena.
El recorrido está en todo momento dirigido y bien señalizado, sin pérdida alguna. Sin llegar todavía a la zona de tiburones, un enorme esqueleto capta la atención de Izaro todos.
Sí, es el mismo esqueleto que viste cuando eras txiki. No, no es de un Tyranosaurio Rex, es un esqueleto de ballena, gigante. Esta enorme estructura ósea corresponde al último ejemplar de ballena capturada en Gipuzkoa. De costillas y mandíbulas iba sobrada, y seguro que su carne y cotizado aceite fueron bien aprovechados.
Por cierto, ¿has oído hablar del término arraunlaritza o arraunketa? ‘Deporte del remo‘ en castellano, ese deporte tan euskaldun del que estamos tan orgullosos, y que tiene como punto álgido de la temporada la disputa de la Bandera de la Concha. Bien, aunque parezca mentira, el origen e historia del remo en Euskadi está en la ancestral pesca de la ballena. Cuando daban el aviso del avistamiento de un cetáceo cerca de la costa, los arraunlaris (remeros) de distintos pueblos se subían a sus embarcaciones, llamadas traineras, para remar intensamente hasta el punto donde se encontraba la ballena, para lanzarle el arpón lo más cerca posible. Por ello, era clave llegar en primer lugar hasta las inmediaciones del animal, esa embarcación tendría mejor posición para el lanzamiento y captura. De ahí que ese trayecto se convirtiera en un auténtico sprint, carrera y competición entre traineras. Aprovechando esta actividad ‘habitual’ y con otro concepto very Basque de por medio, las apuestas, poco se tardó en migrar este concepto hacia las famosas regatas de traineras. Así se erige el remo como uno de los deportes vascos por excelencia. Curioso, ¿verdad?
Tras atravesar unas vitrinas donde se exhiben diferentes dentaduras de seres marinos, y piezas de cangrejos disecadas, termina la zona más teórica e histórica del museo en una pequeña sala mirador. Desde aquí, cómodamente sentado, una cristalera ofrece una buena y cercana visión sobre la isla de Santa Clara (perteneciente a Eibar sin ningún género de discusión) y el Monte Igeldo, iconos de La Concha, la bahía de las bahías.
Esqueletos y fósiles marinos
Huele a tiburón, la carnaza está cada vez más cerca. Pero antes atravesaremos un pasillo donde veremos restos fósiles de seres marinos que habitan y habitaron nuestros mares hace miles de años.
Sin llegar al nivel ni al tamaño de las piezas que se pueden ver en el Museo Nautilus de Mutriku, hay algunas piezas de ammonites y otros organismos que llaman la atención.
Entramos en una sala oscura. Hay peceras. Agua y peces, ¡por fin! Imposible recordar los nombres de todas las especies que se van mostrando a lo largo del recorrido por la zona de tanques y peceras.
Estrellas de mar de tamaño considerable, peces de colores imposibles, inquietantes medusas y otros organismos marinos que parecen seres extraterrestres empiezan a animar la visita, desde el punto de vista de los peques de la casa. Es muy llamativa la curiosidad y misterio que puede despertar el contenido de una pecera, y no sólo en niños.
Se llega a una zona en la que se oye el fluir del agua, y algo de alboroto infantil. Estamos ante un pequeño estanque abierto, donde un banco síncrono de peces convive en absoluta armonía con un pulpo. No es el pulpo Paul, es el pulpo del Aquarium de Donostia, que no pronostica los resultados de la Real Sociedad, pero que hace las delicias de los niños con sus acompasados movimientos de natación sincronizada .
Nos sorprende este espacio abierto, donde la gente, especialmente los niños, junto con los padres más malvados, pueden meter la mano en el agua e intentar tocar alguno de los escurridizos peces que por allí pululan. Es un bonito espacio de interacción, aunque algunas duplas padres-críos pueden resultar furtivamente peligrosas. Si es que hay mucho descendiente directo de Neanderthal por el mundo…
‘Txuri’ y ‘Kontxita’, los tiburones toro del Aquarium donostiarra
¡Habemus tiburones en Donostia! Grandes y pequeños. Y una tortuga, y una manta, y una morena. Y… Decenas de peces cuya especie no acertamos a adivinar. Estamos en el oceanario, un enorme tanque de millones de litros de agua, que no lo vamos a negar, es la principal atracción del aquarium donostiarra desde su ampliación.
La principal atracción necesita de sus actores estrellas. Allí llegan al plató marino Txuri y Kontxita (nombres de los dos ejemplares de tiburones grandes), nadando con absoluta parsimonia hacia nosotros entre cientos de especies. ¡Qué animal tan bello, sigiloso y misterioso donde los haya!
Extasiados con la nobleza que transmiten estos ejemplares de tiburones toro, uno se plantea incluso la posibilidad de realizar una inmersión y nadar entre tiburones. El Aquarium ofrece este servicio, acompañado por supuesto de buzos profesionales y de las máximas medidas de seguridad. ¿Te atreverías?
Túnel panorámico del oceanario
Nos disponemos a cruzar el famoso túnel panorámico que atraviesa el oceanario.
Es lo más parecido a estar bajo el mar. Cuando menos te lo esperas, ves sombras que se mueven y pasan por encima de tu cabeza. La distancia real hacia estos reyes de los mares es insignificante, tubo acrílico de grosor considerable de por medio. Es inevitable hacerse la pregunta: ¿Y si se rompiera?
Es difícil sacar fotografías (está prohibido el uso del flash) decentes dentro del acuario, el entorno oscuro, la fluidez del agua y el movimiento de los peces no ayuda demasiado. Si te asomas a los laterales del túnel, o pegar el morro a las peceras, el mareo está más que asegurado.
Peces tropicales de colores y autóctonos
La última zona está compuesta por peceras con peces tropicales y otras especies raras de diversos mares y ecosistemas del mundo. Si eres fan de los peces de colores, ésta es tu zona.
Es probable que los peques de la casa identifiquen rápidamente a los primos y hermano de Nemo, el pez payaso que una película de dibujos animados hizo famoso.
Una última gran pecera, vigilada desde una vasija por varias morenas (este pez sí que acojona), hace las veces de última película en este salón de cine marino que ofrece el Aquarium de San Sebastián. Es más que tentador sentarse a descansar y contemplar cómo transcurre la vida en la pecera. Es un mundo y realidad paralela extraterrestre, fascinante y relajante a partes iguales.
Aquarium de Donostia-San Sebastián con niños
De hecho, salvo los momentos de mareo, uno sale del aquarium de Donostia con una sensación de bienestar y relax mental inusitado, como si saliese de un spa. Es como si hubiéramos paseado durante hora y media por un mundo marino desconocido, un medio en el que el ser humano no deja de ser un mero invitado.
Sí, la entrada de adultos es algo cara, aunque ciertamente comprensible tras las obras de ampliación y todos los costes de mantenimiento que a buen seguro conlleva la instalación, así como la alimentación de tiburones, morenas y demás seres voraces del acuario. Lo que sí creo es que los niños, cuando entran con adultos, no deberían pagar, o si lo hacen, hacerlo de forma mucho más simbólica. Es que si no, entre aparcamiento, entradas al aquarium y pintxos en la Parte Vieja, casi hay que pedir un crédito en el banco para ir de egunpasa a Donostia con criaturas.
¿Quién dijo que no hay tiburones en la Costa Vasca y en el Cantábrico? Es cuestión de ir al lugar adecuado, y pagar la correspondiente entrada. Inconformidades de precio aparte, visitar el Aquarium de San Sebastian es una de esas cosas que tienes que hacer, sí o sí, si acudes a Donostia con niños. El canje no es malo: los peques contentos porque ven tiburones y peces de colores; tú, aunque con el bolsillo resentido, triplemente contento: los peques están contentos, has visto tiburones (no lo niegues, te gustan), y has aprendido datos y anécdotas históricas sobre el pasado pesquero ballenero de Gipuzkoa y sobre el mítico barrio de la Jarana en Donostia.
Se acaban las reservas de las bombonas de oxígeno, y con ello, la inmersión virtual de hoy en el famoso Aquarium de Donostia. Ha sido un auténtico placer bucear entre tiburones y ballenas con vosotros, como siempre.
¿Completamos la jornada con unos pintxos por la Parte Vieja donostiarra y algún comentario sobre qué os ha parecido la visita, el precio de las entradas y demás? Venga, vamos pidiendo unos txakolis.
Información práctica:
- Consultar precio entrada y horario actualizado del Aquarium de Donostia-San Sebastian en su página web.
- Dirección: Carlos Blasco de Imaz Plaza 1, 20003 Donostia-San Sebastián (Gipuzkoa)
- Teléfono: (+34) 943 44 00 99
- El precio de la entrada de adultos es de 13 €. Los niños entre 4 y 12 años pagan 6,5 €. Niños hasta 4 años, gratis.
- Restaurantes en Donostia
- La zona del puerto de Donostia es peatonal. Los parkings del centro de Donostia son estrechos y caros, y las plazas de aparcamiento del sistema O.R.A. están más que cotizadas. Se recomienda encarecidamente acceder al centro de la ciudad en autobús (por ejemplo, línea 28, con parada en el Boulevard), y caminar desde allí 10 minutos hasta el puerto. En época de temporales, debido a las olas, se recomienda evitar acceder al Aquarium por la parte trasera, por el Paseo Nuevo, donde también hay algunas limitadas plazas de aparcamiento, de pago.
- Visita realiza en Agosto del 2015.
- Se puede pagar con tarjeta en la taquilla del Aquarium.
- Mapa con la ubicación del Aquarium de Donostia
SaludoX!
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Un comentario sobre “Aquarium de Donostia, inmersión marina entre tiburones y ballenas”