Según se van acercando las Navidades, en la mente de los niños empieza a proyectarse la imagen de un ser simpático y bonachón que les trae regalos siempre que se hayan portado bien a lo largo de todo el año. Al igual que en otros sitios Papá Noel o Santa Claus cobran protagonismo durante la madrugada del 24 de Diciembre y el día de Navidad, en Euskadi, gran parte de Navarra y en Iparralde (País Vasco francés), es Olentzero quien coge las riendas de tan laboriosa tarea.
‘Y ¿qué o quién es Olentzero?‘ os estaréis preguntando muchos de vosotros. La historia de Olentzero (también conocido como Olentzaro) sitúa el origen y procedencia de este personaje en el norte de Navarra, lindando con Gipuzkoa. Olentzero es un carbonero bonachón que vive gran parte del año en el monte. Allí, Olentzero produce sin descanso carbón, ese combustible fósil que durante tantos años ha dado ‘gasolina’ a la dura vida diaria de muchos de nuestros antepasados. Olentzero es una persona trabajadora, aunque algo gruñona en su día a día, principalmente porque trabaja sólo en la montaña, cuidando de su preciada txondorra o carbonera. Combate esa soledad con vino, sidra, y con un inmejorable apetito en la mesa. Le delatan su barba, su vestimenta de caserío y boina, la tripa de bon vivant, y su cara sucia, ligeramente ennegrecida por el contacto con el carbón. ¿Por qué se asocia este ser tan peculiar con la Navidad en Euskadi y con la entrega de los regalos a los niños?
Después de estar produciendo carbón de primera calidad, era tradición que Olentzero bajase durante el solsticio de invierno al pueblo. Era un viaje ‘de trueque’ para él: Por una parte, aprovechaba el viaje para realizar la entrega de carbón a sus ‘clientes’, acompañado de su burrito Napoléon, que le ayudaba en el transporte del material; de vuelta, Olentzero hacía acopio de víveres de cara a su larga estancia en el bosque, con especial atención al aprovisionamiento de vino. A partir de esta historia base, diferentes teorías (paganas, cristianas, etc.) en torno al motivo y origen de Olentzero toman cuerpo, aunque todas confluyen de alguna manera en la mitificación del personaje, encomendándole la tarea de tomar protagonismo en Navidad. En esta época, todos se ponen de acuerdo en que Olentzero baja del bosque al pueblo acompañado de Napoleón, cargado con un enorme saco, listo para repartir regalos entre los niños que se han portado bien durante el año, y carbón entre los que se han portado mal. ¿Cómo os habéis portado vosotros este año?
A pesar de que la apariencia de Olentzero es algo más ruda y dejada que la de otros personajes nórdicos y americanizados que visten de rojo y blanco, Olentzero es un ser muy querido, por razones obvias, en Euskal Herria. Múltiples canciones navideñas están dedicadas a esta figura que forma parte de la cultura y mitología vasca. Son muchos los niños a los que este ser con la cara sucia les da cierto miedo, más cuando lleva un saco a sus espaldas. De todas formas, es una figura con la que los niños se familiarizan pronto, lógico sabiendo que tras esa fachada de ser solitario y gruñón, se esconde una bella persona, de profundas raíces vascas, que reparte regalos y alegría entre los más pequeños de la casa.
La magia que desprende su figura entre los niños es descomunal. Por ello, el fin de semana pasado decidimos ir a visitar a Olentzero en la ferrería de Mirandaola, en Legazpi (Gipuzkoa). Es una actividad y visita que la Fundación Lenbur lleva organizando varios años, una experiencia ideal para realizar con niños, y que dada la afluencia de gente, conviene reservar con tiempo.
La visita comienza en el Museo del Hierro Vasco – Euskal Burdinaren Museoa ubicado en el parque Mirandaola, a las afueras de Legazpi dirección Oñati. Tras haber reservado plaza por teléfono y adquirir las entradas in situ, previo pago de 5 € cada una, los niños tienen allí un pequeño espacio en el que pueden entretenerse dibujando y coloreando dibujos de Olentzero preparados para la causa.
La experiencia comienza oficialmente cuando todo el grupo, niños y padres, conducidos por una de las guías del museo férrico, abren mediante el pronunciamiento de unas palabras mágicas, la puerta principal de acceso al museo y centro de interpretación.
Al calor de una estufa, frente a una gran txondorra o carbonera, artificial, la guía consigue sentar a todos los niños, proponiendo normas para todos, también para los padres, que no pueden tomar fotografías :(. A continuación, a modo de divertido cuentacuentos, se cuenta la historia de Olentzero, acompañada de personajes como Mari Domingi (novia de Olentzero) y su burrito Napoleón. El tema tiene en todo momento un trasfondo muy didáctico, con el objetivo de incitar la curiosidad y participación de los peques de la casa en el cuento, de forma muy divertida. La verdad es que la guía se lo curra, y se mete a todo el personal en el bolsillo.
A la pregunta de ‘Olentzero ikusi nahi al duzue?’ (¿Quéréis ver a Olentzero), los niños se levantan raudos y veloces dispuestos a salir a la calle, sin apenas hacer caso al bueno de Burdintxo, mascota del museo de Lenbur Fundazioa, y sus ayudantes.
Ya en el exterior, la guía les señala con la mano una zona de monte y huertas. ¿Qué hay allí? Muchos de nosotros, especialmente los miopes como yo, no vemos nada. Los peques afinan la vista, pero su altura tampoco les ayuda mucho. Espera, algo oscuro se mueve entre lo verde; se sigue moviendo, parece una persona. ¿Será Olentzero?
La guía incita entonces a los críos a que griten ‘Olentzero, Olentzero, etorri!!!‘ (Olentzero, ven!), aludiendo a que si no les oye, es probable que no baje del monte. Es entonces cuando los críos, llenan de aire sus pulmones, y de forma síncrona y guiados por la ilusión, repiten una y otra vez, sin cesar, el lema del día. Por supuesto, Olentzero comienza a bajar, pero como corremos el riesgo de que se desvíe hacia Oñati y se olvide de nosotros, hay que seguir llamándole.
Por un momento, Olentzero desaparece. Silencio sepulcral. Ahora son padres e hijos, al unísono, quienes claman por la presencia del carbonero más famoso de Euskadi. Ante los nuevos e insistentes reclamos corales, finalmente Olentzero aparece caminando con paso firme sobre la campa en la que esperamos su ansiada presencia. Las caras de los peques de la casa lo dicen todo. Allí está, Olentzero, recién bajado del monte, y ha venido donde ellos, para hacerles caso. Algunos ya han estado y visto anteriormente a Olentzero; para otros, es la primera vez. Primer momentazo del día.
¿Será tal y como se lo habían imaginado en sus mentes? Olentzero les saluda y les pregunta si se han portado bien durante todo el año. No cabía esperar otra respuesta: ‘Baaaaaai‘ (Sí). Increíblemente, parece que el grupo de niños está formado por los niños más formales del mundo; todos son obedientes, tanto en casa como en la ikastola, comen de todo, hacen los deberes, ayudan a sus aitatxos y amatxos, etc. ¡Juas!
Olentzero les invita entonces a conocer una de sus casas, acompañados de una trabajadora de la ferrería. Da igual dónde se dirija que la procesión de niños sigue sus pasos fielmente, escudriñando e intentando adivinar qué es lo que lleva en ese gran saco que porta a sus espaldas.
Frente a la ferrería de Mirandaola, una foto de familia de todos los niños junto con Olentzero. De repente, para sorpresa de los peques, Olentzero se pone en modo gruñón y dice que se tiene que marchar a trabajar. Los niños, absortos, ven cómo Olentzero desaparece por una escaleras, sin apenas haberse despedido. Los niños miran apesadumbrados hacia las escaleras por dónde ha desaparecido el carbonero más majo del mundo; Izaro incluso hace un intento de acercarse a las escaleras. Es entonces cuando entra en juego la magia de la chica que acompaña a Olentzero, quien les cuenta la historia de una puerta secreta de la ferrería, una puerta que sólo conoce ella y que nos llevará hasta las dependencias de Olentzero.
Los niños asienten y le siguen como si de una profeta se tratara, adentrándose en las instalaciones de la ferrería. Tras bajar por unas oscuras escaleras, topamos con una puerta metálica, muy pesada. Es de las que exige magia y triple password , por lo que para abrirla, habrá que gritar de nuevo ciertas palabras mágicas que sólo conoce esta chica (de cuyo nombre nombre no nos acordamos, sorry). El coro infantil tiene más fuerza que nunca, y al segundo o tercer estribillo, con tímpanos rozando los límites de la acústica, la puerta se abre con fuerza.
Estamos en las entrañas de la ferrería de Mirandaola. Sin embargo, hoy el motivo que nos trae aquí no es ver y aprender cómo se producía hierro en estas instalaciones aprovechando la fuerza del río Urola, sino estar, un rato más, con Olentzero. Ya habrá tiempo de visitar la ferrería de Mirandaola con niños, santo y seña del Valle del Hierro – Burdinaren Harana.
Allí, en una de las salas, topamos de nuevo con Olentzero, que descansa de sus quehaceres sentado entre mil y un utensilios de la ferrería. Saluda de nuevo a los niños, que de uno en uno y guardando un estricto orden de fila (¡qué obedientes son cuando quieren!), tendrán ahora la oportunidad de verle más de cerca, mentirle sobre contarle lo buenos que han sido y decirle qué regalos quieren. Algunos le entregarán una carta con su lista de deseos o regalos, y otros, incluso el chupete, ¡a quién entregárselo mejor que a Olentzero!
Unos se vuelven sorprendentemente tímidos y tienen que ir acompañados de sus padres; otros lloran y no quieren ni sacarse una mísera foto; los que más, hablan con Olentzero, o en su defecto, asienten, alucinados y con el dedo en la boca los más peques, ante sus palabras y preguntas. Segundo momentazo del día.
Tras sacarse la foto de rigor y recibir unas galletas de la mano del mismísimo Olentzero, nos ofrecen unas ricas castañas asadas, que con el fresco que hace en el Alto Urola, se agradecen. Los niños siguen mirando de reojo hacia atrás, buscando la estela de ese ser que tanto les ha impresionado y emocionado.
Saldremos de las instalaciones de la antigua ferrería, y acompañados de la guía, volveremos al museo y centro de interpretación, en cuyo exterior hemos dejado aparcado el coche. El centro cuenta en su interior con numeroso merchandising en torno a Olentzero, la ferrería, el pasado industrial de la comarca de Urola Garaia y la cultura vasca en general; buena oportunidad para pedir al Olentzero algún regalo de última hora.
Aunque la magia de Olentzero parece desvanecerse, de vuelta a casa los ojos de Izaro delatan que Olentzero sigue ahí, preparándose para el duro trabajo que le espera repartiendo regalos durante la larga madrugada del día de Navidad.
Sólo por sentir la potencia e ilusión con la que gritaba ‘Olentzerooooo!‘, y especialmente por contemplar los ojos, cara y gestos de alucine y nerviosismo de Izaro cuando ve bajar por primera vez a Olentzero del monte, esta experiencia de ver la llegada de Olentzero a Mirandaola merece mucho la pena.
Bastante mejor invertir 5 € por cabeza en esta experiencia que llena de ilusión a niños y adultos que desperdiciar 20 € en un décimo de lotería de Navidad con ínfimas posibilidades de premio.
Información práctica:
- Dirección: Parque Mirandaola, Barrio Telleriarte, 20230 Legazpi (Gipuzkoa)
- Reservas:
- En el teléfono 943 73 04 28
- Vía web
- Conviene reservar la visita a Olentzero con antelación, ya que suele tener mucho éxito
- Precio entradas: 5 € para adultos y niños
- La visita se realiza:
- desde finales de Noviembre y durante el mes de Diciembre
- en diferentes turnos y horarios
- íntegramente en euskera
- La recepción del Museo del Hierro Vasco ejerce también como oficina de turismo del Alto Urola
- Hay un bar-restaurante en la primera planta del museo -centro de interpretación, donde ofrecen comidas.
- El parque de Mirandaola cuenta con merendero, fuente, frontón de hierro y parque infantil.
- Excursión realizada en Diciembre del 2014
- Mapa con la localización y puntos de interés de la visita
SaludoX, y ¡Feliz Navidad! Gabon zoriontsuak denoi!
Ah! No olvides que también puedes seguir nuestras aventuras a través de nuestros perfiles en Twitter, Facebook, Google+, Instagram y Pinterest. ¿Mucho estrés? Sí, nosotros también confiamos en que no aparezcan más redes sociales ;-).
Oso pasarte politta family! Nos lo apuntamos para ir dentro de unos años con Nora 🙂
Eskerrik asko, Gorka! Esperientzia oso polita da, eta esaten duzun bezela, Norak flipatu egingo du Olentzero menditik jeisten ikusten duenian, momentazo bat da beraientzat! Baita guretzat ere! Urte berri on familia!
milla ezker olentzeron partez
Eskerrik asko zuri Lurdes artikulua irakurri eta iruzkin hau idazteagatik, espero dugu baliogarria izana 😉
Kaixo gu , bihar astelehena goaz olentzero ikustera eta oso ilusionatuta daude umeak .
Kaixo Ainhoa! Zer moduz joan zen esperientzia, bai haurrentzat eta bai gurasoentzat? Kontatuko diguzue, eskerrik asko!
Kaixo Miguel,
Recuerdo haber leído tu post cuando Xabier era todavía muy pequeño y ahora lo recupero. Me han hablado también de http://www.izenaduba.com/bisitak-familia-partikularrak. ¿Alguién ha estado?.¿Alguna sugerencia para ayudarnos a elegir? En mi caso, por tener Xabier 4 años, quizás me decante por Mirandaola ya que me parece más sencillo y fácil de entender.
Eskerrik asko
Aupa Patricia! Sí, en los últimos años las visitas con niños a Olentzero han proliferado en Euskadi. Ésta que comentas en concreto no la conozco, tiene buena pinta. También me han hablado, creo recordar, de una que hacen en la zona de Gorbeialdea. Serán todas parecidas y seguro que todas transmiten bien la magia de Olentzero. Nosotros la que conocemos es la de Mirandaola, y la verdad es que Izaro alucinó, es un sitio chulo que además combina la bajada de Olentzero del monte, la visita a la ferrería… Tiene muchos ingredientes chulos en mi opinión para los niños de esa edad. Ya me dirás qué hacéis al final, sea donde sea, espero que Xabier disfrute como lo hizo Izaro o más. Eskerrik asko eta besarkada bat!
Pues ya nos hemos apuntado don otras familias de Portu!!! Me han llamado por teléfono dándome directrices para que los críos disfruten a tope, muy majos!! Iremos por la tarde. Miguel, algún restaurante a medio camino para por la mañana o excursión? . No voy a ser vaga y echaré un vistazo también al blog 🙂
Mila esker, kontatuko dotzuet!
Aupa Patricia! Qué bien, nos alegramos que al final os hayáis animado, a ver qué tal se lo pasan los peques con Olentzero y con Mari-Domingi! 😀 Restaurantes por Legazpia no controlo mucho, pero relativamente cerca, tienes Aizpurutxo (entre Zumarraga y Azkoitia), Asador Korta y Herri ostatua en Gabiria, y Sirimiri en Bergara, del que últimamente me han hablado muy bien. Excursiones: visitar La Antigua en Zumarraga, considerada la catedral de las ermitas de Euskadi, hacer parte de la vía verde del Urola (tramo Legazpia-Zumarraga o parte del tramo Azkoitia-Zumarraga), o la vía verde de Mutiloa-Ormaztegi, que es súper sencilla y muy bonita. Ya nos contarás qué hacéis al final, ondo pasa kuadrilla!