Apenas llevamos tres semanas y pico confinados en casa -con todas las comodidades y vicios del mundo- y no hay día en el que no gritemos a los cuatro vientos todas las cosas que vamos a hacer, o dejar de hacer, cuando todo esto pase. Nuestro ego y satisfacción cortoplacista no deja de visionar grandes momentos, viajes, reencuentros y celebraciones que están por venir, vaticinando que habrá un punto de inflexión, un antes y un después, de la pandemia ocasionada por el dichoso Covid-19.
¿Os digo una cosa? Permitidme ser muy escéptico ante semejante aluvión de planes, cambios de actitud repentinos, buenrollismo y promesas de todo tipo. Cuando todo esto pase, en la era post-coronavirus, creo que poco o nada va a cambiar.