Hay comarcas y zonas de Euskadi, también de España, en las que se come muy bien, per sé, y no descubrimos nada nuevo con esta afirmación. Los templos gastronómicos de dichas zonas los conoce de sobra, aunque sea de oídas, todo el mundo, pero ese tipo de restaurantes implica normalmente rascarse seria y dañínamente el bolsillo, las cosas como son. Sin embargo, existe una gama de restaurantes más económicos, de cocina tradicional enraizada, que sin pretender ser alta cocina para nada, destacan por su relación calidad-precio, una opción que nunca debiéramos obviar. Muchas veces aterrizamos en estos restaurante por el boca a boca, por recomendación de Foursquare, y otras muchas veces, accidentalmente, de pura casualidad tras preguntar al primer despistado al que ‘asaltamos’ en la calle, somos preguntones por naturaleza.
Así ocurrió hace unos meses en Durangaldea (Duranguesado en castellano), Durango y alrededores en esencia, cuando un domingo tonto a finales de Diciembre, tras dar un paseo por la vía verde de Arrazola, teníamos claro que no queríamos comer un bocadillo o un plato combinado pero tampoco queríamos rascarnos demasiado el bolsillo en un Akebaso o similar, un tipo de restaurante . Queríamos una opción intermedia, sencilla, comer bien sin grandes pretensiones, por lo que nos decantamos por repetir gastroexperiencia en el Restaurante Soloa Jatetxea, en pleno centro de Abadiño. ¿Pasamos al comedor?
Restaurante Soloa Jatetxea en Abadiño (Abadiano)
Situado en el barrio de Zelaieta, que viene a considerarse como el núcleo central del municipio de Abadiño (Abadiano en castelllano), allí está, en plena plaza, el Bar Restaurante Soloa Jatetxea. En su formato de pequeño bar de pueblo, de madera, es un bar donde siempre hay mucho movimiento, ya que sirve de importante punto de concentración de abadiñotarras en busca de un buen aperitivo de mediodía, ya sea degustando en su interior o en las mesas de la terraza exterior, cuando el tiempo lo permite, alguno de los pintxos y raciones que sirven.
El primer día que conocimos este local, no había sitio para comer en el comedor del restaurante, estaba lleno, por lo que de forma excepcional, comimos en la terraza. Pero se nos quedó la espinita clavada, por lo que hace poco, llamamos con unas horas de antelación para reservar y tuvimos la ocasión de comer en el interior, como los cánones gastronómicos mandan.
Comedor del Restaurante Soloa en Abadiño
Es un restaurante sencillo y tradicional, con pinta de haber sido parcialmente renovado hace unos años, muy vasco. Es el típico sitio que podría venir a la mente de muchos vascos que han tenido la suerte de ir a comer los fines de semana con sus padres por ahí cuando eran pequeños, tras dar la típica vuelta al monte. Sí, nosotros hemos sido de esos niños afortunados.
Comedor de espacio medio, con decoración y mobiliario clásico, con predominio de madera y con algún toque de color moderno. Entrarán de forma cómoda cerca de 50 personas, dependiendo de la composición de las mesas. Este segundo día no se llenó el restaurante, por lo que tuvimos espacio de sobra para nosotros, y para aparcar tranquilamente la sillita de Izaro, profunda e inteligentemente dormida para cuando entramos a comer, vital para disfrutar plenamente de la gastroexperiencia.
Detalles del comedor del Restaurante Soloa en Abadiño
Nos brindan amablemente la carta, que a primera vista, evoca platos y sabores clásicos, tradicionales, sin mucho toque moderno, porque esta cocina es la que es, cocina casera basada en buen producto, cocinado con mimo, por manos y fogones con años de experiencia en el mundo de la hosteleria. Los precios no son desorbitados.
Carta del Restaurante Soloa en Abadiño
Habíamos acordado entre nosotros que esta comida no iba a ser un súper homenaje, de ahí que empezamos a aplicar eso desde el minuto cero la bebida que maridará con la comida. Apostamos por producto de la tierra, por sidra de Gipuzkoa, una bebida económica que cuando está bien fresca, es una auténtica maravilla, y marida con casi todo perfectamente, sin temor a equivocación alguna.
Sidra natural de Gipuzkoa, una apuesta que nunca falla, marida bien con todo
En efecto, de entrada, marida perfectamente con la ensalada de ventresca que pedimos como entrante para compartir. El enfoque gastronómico tradicional rezuma en este plato, se ven todos y cada uno de los ingredientes perfectamente, dispuestos en capas: lechuga fresca de diferentes variedades, lomos de ventresca generosos, visiblemente identificables y de calidad, cebolla, huevo cocido, y aliño, con un toque de vinagre de Módena. La presentación no es espectacular, es simple y correcta, entre otras cosas, porque esta ensalada no necesita una presentación estrambótica ni nombres y adjetivos rimbombantes. Es un plato muy sencillo, muy casero, rico.
Ensalada de ventresca, la sencillez también puede triunfar
La ensalada da para dos pequeñas raciones o platitos para cada uno, bonita cantidad. Satisfechos ante el agradable sabor de la sencillez, pasamos a los segundos, empezando realmente por un primero, una menestra de verduras casera, que ya nos habíamos asegurado cuando nos tomaban nota, que era 100% home-made. La cazuelita de barro, el jugo que ha soltado y el color y aroma de las verduras que conforman la menestra nos demuestran que sí, que se trata de un plato muy casero, con unas verduras de primera, destacando el calabacín y espárrago rebozado, la zanahoria, los guisantes, las vainas, el cardo, etc. Y la ración engaña, parece que la cazuelita tiene doble fondo, o las verduras se reproducen en ella, es una menestra ‘con mucho fundamento’ como diría aquel.
Menestra de verduras casera
Hacemos un inciso para admitir que leyendo la carta, hablamos al principio de compartir a modo de segundo plato, un pescado a la plancha, lubina o rodaballo, de ésos que suele poner ‘para 2 personas‘. Dadas las fechas de Navidad en las que nos encontrábamos, el atento camarero nos comenta que ese día no disponen de dichos pescados, que se habían terminado, ni lubina, ni rodaballo. Nos quedamos con pena porque nos apetecía compartir pescado, y porque estamos convencidos de que en este sitio tienen que poner muy bien este tipo de pescados; por otra parte, es algo entendible sabiendo que por Navidad, el precio del buen pescado se dispara por las nubes. No pasa nada, cambio de tercio gastronómico, nos decantamos por la comentada menestra de verduras y por un plato de carne, que tenemos cintura y nos adaptamos a casi todo con facilidad.
La adaptación llega de la mano del ‘Solomillo Soloa‘, un solomillo por cuyos detalles y secretos preguntamos también al camarero antes de pedirlo. Bastó escuchar un reposado y convincente ‘lleva una salsa de setas por encima‘ para no tener ningún género de dudas. Sinceramente, hace muchos meses que no comíamos un solomillo de ternera. Si bien suele ser un trozo de carne excelente, es un plato que nos recuerda al plato tradicional de ‘carne de calidad con patatas fritas’ de toda la vida, un plato con el que es difícil innovar y conseguir un enfoque diferente que sorprenda al comensal. El magret de pato lo probamos en una ocasión anterior, todo un acierto, por lo que nos entró el ‘capricho’ de solomillo.
Solomillo Soloa, con salsa de setas
Buena pinta, mejor sabor. Nos quedamos asombrados con el pedazo de trozo cárnico que puebla nuestro plato, ‘humillando’ a las patatas fritas, por cierto, auténtica y deliciosamente caseras, como las que comíamos hace muchos años, antes de que inventasen las macro bolsas de patatas chips congeladas. Hay un pequeño truco, el solomillo está ligeramente elevado ya que descansa sobre un trozo de pan cuya función, y sabor, aunque está bien untado en salsa, no logramos entender. Esa rodaja bajera de pan sobra, este solomillo no necesita aparentar ni ser elevado, se eleva él sólito, sin ayuda de nada ni nadie.
La carne está al punto, tal y como la pedimos, nada seca, y se constata que la materia prima tiene mucho nivel, muy limpia y sin sebo alguna. La pieza, panes aparte, es muy generosa. En cuanto a la salsa, aunque nos la habíamos imaginado como la típica salsa de setas que suele ir mezclada con nata, de color blanquecino, no tiene nada que ver, es más una salsa de rico refrito tradicional, pero con algún toque de alguna seta de la casa, ahí está el gastrotruco. Es una salsa resultona, muy sabrosa, que da alegría y vidilla al solomillo, una pieza de carne que suele correr el riesgo de quedarse a veces seca.
Pan casero en el Restaurante Soloa
Muy contentos tras haber vuelto a soñar con un solomillo de los de verdad, que ‘sólo’ cuesta 14 euros, y tras dejar el plato limpio, gracias también al excelente bollo de pan de caserío que sirven y cobran, pasamos al tiempo de los postres. Resoplando, con la mirada, nos cruzamos un ‘Como mucho, uno para compartir‘. Hay miradas gastronómicas que conectan, que se entienden. Está claro, no estamos para tomar un postre cada uno, pero sería pecado no probar los postres caseros que ofrecen en el Soloa. Nos fallan en la oferta nuestras queridas natillas, pero no falla nuestra tarta de queso, casera of course. Es una tarta de queso de las tradicionales y auténticas, sin masa de galleta y de las que no va bañada en una suculenta y dulce mermelada engañagente por encima, tan sólo lleva un ligero adorno. Rica de sabor pero la encontramos algo mazacote, quizás debido al frío de la nevera, y por tanto no podemos alabarla, esperábamos más de esta tarta.
Tarta de queso casera en el Restaurante Soloa en Abadiño
Con dos cafés muy ricos, nos levantamos de la mesa más que satisfechos, tanto con la cercana atención recibida, como en especial, por la comida tradicional y de calidad degustada. Pagamos 51€ por esta gastroexperiencia sin objeción alguna.
Comer en el restaurante Soloa Jatetxea de Abadiano no es un plan gastronómico barato ni de altos vuelos, pero tampoco es caro para lo bien que se come y para la placentera sensación que nos dejó en general, encaramándose muy bien a esa gama de restaurantes de nivel medio que tan bien funciona en Euskadi. Es más, podemos afirmar que es una opción más que recomendable para comer cerca de Durango.
Ojalá podamos seguir descubriendo este tipo de restaurantes de pueblos pequeños de interior, tradicionales, con buena base de calidad, y donde ponen mucho mimo en lo que hacen entre fogones, para contentar el estómago y paladar de los diferentes tipos de comensales que frecuentan estos entrañables restaurantes.
Valoración @Lonifasiko: 4.3/5
Información práctica:
- Dirección: Txanporta Plaza, 1 – 48220 Abadiño (Bizkaia)
- Localización del Restaurante Soloa Jatetxea en Google Maps
- Teléfono: (+34) 946 20 25 04 / 946 20 01 34
- Comida a la carta. No hay menús especiales los fines de semana. Chequear si sirven menú del día entre semana. Posibilidad de pintxos y raciones en la zona del bar.
- Precio: 51€ todo lo especificado en el artículo para dos personas (Diciembre 2013)
- Se puede pagar con tarjeta
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Me gustan tus comentarios mucho y en particular las traducciones del euskera al castellano, me gusta aprender el idioma del lugar adonde viajo. Gracias por todos los detalles . Felicidados. Marta
Hola Marta! Gracias por tu comentario. Muy de acuerdo contigo, ya que a nosotros también nos encanta hacer una inmersión en la cultura local allá donde viajamos, y el idioma local juega un papel vital en ello. Siempre es agradable aprender algo, aunque sean palabras sueltas. Al hilo, y aunque quizás ya lo hayas visto, te dejamos como curiosidad el link hacia un artículo que tenemos sobre algunas palabras básicas del euskera. Esperamos que te guste ;). Gracias y saludos!