Tras pasear por el pequeño y casco histórico de Radovjlica, llega la hora de comer. Esta vez, abrimos la guía Lonely Planet y echamos un vistazo a las recomendaciones culinarias en cuanto a restaurantes en Radovljica.
No íbamos con una idea prefijada, pero sí teníamos ganas de seguir probando platos de la cocina tradicional eslovena. Entre todos, nos llama la atención Gostilna Lectar, es decir, el restaurante Lectar. ‘Gostilna‘ significa ‘restaurante’ en esloveno. Pone que no es barato, pero la guía lo califica como el mejor restaurante de la Alta Carniola, y uno de los mejores de todo Eslovenia. Uy, eso es mucho decir, pero claro, para poder hablar con propiedad, habrá que probarlo, ¿no?
Dónde comer en Radovljica: Gostilna Lectar
Antes de dormir a la peque, nos acercamos al restaurante y reservamos una mesa, a poder ser, en terraza. Nos dicen que está complicado, pero que lo intentarán. Es un sitio en el que conviene reservar, especialmente en fines de semana y periodo estival, ya que se acerca mucha gente desde Ljubljana capital y está cerca del lago Bled. Más chulos que un ocho, en vez de entrar por la puerta principal del restaurante, entramos por el callejón lateral del edificio, directos a la terraza.
Efectivamente, nos han reservado mesa en la terraza, junto al murete, desde donde las vistas sobre las montañas son espectaculares. Es un sitio ideal para una cena romántica.
Estamos en la terraza, pero viendo el comedor interior principal, se percibe que es un local grande, donde se realizan grandes celebraciones.
De decoración tradicional eslovena, con muchos motivos ligados a la vida en e campo y la montaña, incluso los camareros van ataviados con vestimenta típica de la zona.
Hay que significar que el edificio, además del restaurante en la planta baja, alberga habitaciones en pisos superiores, a modo de pensión; y una planta más abajo, descubriremos un museo-taller dedicado al ‘Lectarstvo‘ (de ahí el nombre del restaurante), tradicional artesanía eslovena que ahora venden en forma de souvenirs de galletas de jengibre decoradas, muchas de ellas, con forma de corazón.
En el comedor principal, cerca de nuestra mesa en la terraza, hay una comida multitudinaria formado por un grupo de turistas extranjeros. El dueño del local se gana a los guiri-comensales con una sesión de harmónica digna de la mejor orquesta de Eslovenia.
La carta del restaurante se nos hace difícil de interpretar. Sí, está en inglés, pero es un poco lío, y no nos queda claro cuáles son los entrantes, los primeros, hay platos especiales de la casa, etc. Nos cuesta, mucho, decidirnos con la comida. No así con el pan, que nos lo traen bien envuelto y presentado , con panes de diferente tipo.
Con el vino también lo tenemos más claro. Sin pedir ningún vino esloveno de renombre, optamos por pedir un vino blanco de la casa. Tienen diversas opciones de blancos en cuanto a variedad de uvas, incluso combinaciones varietales. Elegimos un blanco combinado de Chardonnay-Beli Pinot, que lo sirven en una jarra típica de la zona. Suave y afrutado, sin ser muy empalagoso, la media jarra que pedimos es más que correcta para acompañar las delicias gastronómicas a degustar.
Platos típicos de Eslovenia
No nos complicamos la vida con el entrante a compartir. Hay muchas ensaladas, sopas y entrantes fuertes muy típicos de la cocina eslovena de montaña , pero optamos por algo tan simple como unas verduras a la parrilla con queso fresco. Calabacín, tomate y pimientos verde y rojo, con algo de rúcula para decorar. Acompaña el plato un tipo de queso fresco que empalaga un poco, nos van más los quesos fuertes.
Mas allá del “chasco” con el queso, el toque a la parrilla les sienta fenomenal a las verduras, aunque nuestras caras, tras el primer bocado, en seguida llegan a la misma conclusión y comentario: para lo que cobran el plato, nada más y nada menos que 14 €, es un plato sencillo y muy escaso, nada generoso en verduras frescas.
Seguro que nos resarcimos con los segundos, carne y pescado, ¡vamos a probar las dos vertientes culinarias! Laura pide ‘postrvi po zelji‘, que viene a ser la trucha de la zona, el pescado por excelencia de la zona interior de Eslovenia, cocinada al gusto. El plato no lleva mucha historia: la trucha a la plancha, un limón, rúcula para decorar, y una concha con un ‘ajilimojili‘ secreto, donde el ajo tiene fuerte presencia.
Es un auténtico pecado no rociar la trucha con esa salsa autóctona, aunque hay que hacerlo con precaución, que este tipo de mejunges te pueden ‘dar la tarde’, nunca mejor dicho.
También te podría dar la tarde, incluso la noche, el otro segundo plato. Miguel no se quiere quedar sin probar las especialidades de la casa, a base de exquisiteces gastronómicas autóctonas. Para ello, no se le ocurre mejor cosa que pedir ‘Lectar kmečka pojedina s prilogami‘, un auténtico ‘plato de campesino’, que incluye diversas opciones en cuanto a embutidos y carne típica de la región de la Alta Carniola.
Carne picada, morcilla, salchicha/longaniza, cochinillo, puré de patata y algún tipo de carne que no llegamos a averiguar de qué animal procede. Incluye algo de berza y un par de rodajas de tomate para disimular esta obra de arte que roza el pornfood, pero que hace las delicias de cualquier buen carnívoro que se precie.
Lo único que no nos hace gracia de este plato típico de la cocina eslovena de interior o montaña, es el ingrediente que va en el centro de la ‘montaña carnívora’. Es una especie de col, con un sabor demasiado agrio, se queda en el plato. Es más, junto con algo de berza, es lo único que quedará en el plato, porque la carne y el embutido desaparecen poco a poco en nuestros estómagos. Por cierto, este plato se puede pedir para una o para dos personas, hay que especificar.
No hay sitio para postres, por lo que pasamos directamente a los cafés, con unas vistas que incitan a una larga y tendida sobremesa, antes de que lleguen las tormentas que se forman en los Alpes Julianos.
Uno de los mejores restaurantes en Radovljica
Mientras la nubosidad va en aumento, nos traen ‘La Dolorosa’. Pero lo hacen de forma elegante, en un platito con mantelería autóctona, una tarjeta de visita en forma de corazón, y un par de chupitos de licor de la casa, deliciso. Los 53 € que tenemos que pagar por esta gastroexperiencia, se digieren mejor y son menos agrios así, aunque siguen siendo 53 eurazos.
La conclusión es que el restaurante Lectar es bastante caro para lo que hemos comido. Desde luego, es caro si lo comparamos con la media de los restaurantes eslovenos, y más sabiendo que hemos pedido un entrante para compartir y dos segundos, sin postre, sólo con cafés.
Es lo que hay. Es uno los mejores restaurantes en Radovljica, y es un sitio que aparece recomendado en una muy conocida guía de viaje de Eslovenia, por lo que suele estar bastante a tope de gente.
Nos quedaremos con que la comida estaba rica, con que es un sitio agradable, con una decoración muy auténtica y que tiene una terraza magnífica. ¿Son estos ingredientes suficientes como para poder decir que es la mejor opción para comer en Radovljica, el mejor restaurante de la región, y de los mejores de Eslovenia? Tenemos serias dudas.
A pesar de la excelente y pantagruélica experiencia carnívora, a día de hoy, no podemos afirmar ninguna de esas tres semejantes aserciones gastronómicas, comenzando por la afirmación más local. Puede que sea un estandarte tradiconal de la gastronomía de Eslovenia, pero hay detalles, como el servicio, mejorable, y el elevado precio, demasiado orientado al turista, que necesitan una buena vuelta de tuerca en Gostilna Lectar.
Valoración @Lonifasiko: 4,3/5
Información práctica:
- Página web
- Dirección: Linhartov 2, Radovljica (Eslovenia)
- Teléfono: +386 (0) 4537 4800
- Conviene reservar mesa con antelación en época estival. Si hace buen tiempo, comer en la terraza, junto al murete-balconada, es un lujo.
- Gastroexperiencia disfrutada en Junio del 2014.
- Precio: 53 € por 2 personas con todo lo descrito en este post.
- En Julio y Agosto abren todos los días de 12 a 22 horas. Durante el resto de la temporada, cierran los martes.
- Se puede pagar con tarjeta
- El restaurante es parte de un complejo que incluye alojamiento de 9 habitaciones con encanto, restaurante y un museo-taller (en el piso inferior) dedicado a la elaboración de artesanía repostera, a modo del típico souvenir gastronómico esloveno: una especie de pasta o galleta de jengibre con diferente formas, con predominio de corazones decorados.
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