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Bistró Guggenheim Bilbao, arte gastronómico para todos los públicos (y bolsillos)

Tomatito relleno de sepia con arroz negro e Idiazabal


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No entramos. Ocurre cuando vemos un restaurante en un local muy moderno y céntrico, o justo al lado de un monumento o atracción turística ‘top’ de una ciudad. ‘Algo’ nos echa para atrás. El ser humano es así. De idiota. En el fondo, queremos entrar y probar, pero ‘algo’ nos frena. Sí, hay ocasiones en las que nuestro poco racional razonamiento, irremediablemente barre la parte emocional e instintiva del momento, y empieza a enviarnos mensajes del tipo “ese sitio es demasiado/caro para ti“, “ya verás qué clavada te van a pegar…”, “ni se te ocurra, ahí van solo los guiris”, etc.

Es muy difícil ir en contra de estas señales nerviosas que nos envía el cerebro en forma de alerta económica, pero afortunadamente, hay excepciones que tumban la racionalidad de Kant y terminan en experiencia de máximo disfrute, soltando endorfinas a tutiplén. Porque al fin y al cabo, la vida la crearon -quien fuera- para disfrutarla, ¿no? Hala, acompáñanos a comer en el restaurante Bistró Guggenheim Bilbao, o ¿piensas seguir alimentando mitos y prejuicios, escudándote en que tú no entiendes de arte gastronómico?

Do you dare?

Bistró, ‘el otro’ restaurante del museo Guggenheim Bilbao

Porque el museo Guggenheim de Bilbao impone. Por fuera y por dentro. El perro, Puppy, no ladra, pero entrar en la pedazo de caseta del perro, sea a contemplar arte o a comer, sigue imponiendo. Incluso acojona. ¿Por qué?

Eskerrik asko, Frank

Cuando pronuncias entre tus amigos la lapidaria frase de ‘voy a comer en el Guggenheim’, todos se llevan la mano a la cartera y sonríen forzados, pensando en el meneo que le vas a pegar a la VISA este mes. El caso es que mucha gente desconoce que son dos los restaurantes del museo Guggenheim Bilbao: por una parte, tenemos el restaurante Nerua, un restaurante de altos vuelos, con estrella Michelín, especializado en la búsqueda de texturas y comandado por el chef Josean Alija; por otra parte, y saltando de la Champions a la cada vez más competida Europa League, la propuesta y apuesta gastronómica más asequible del museo la conforma el restaurante Bistró en Bilbao. Son espacios y conceptos muy diferentes, y lógicamente, el precio también lo es.

¿Será un Miró?

Mientras que no todo el mundo puede darse el capricho de comer en el Nerua, el Bistró viene a ser algo así como el restaurante del Guggenheim ‘para la plebe’: allí donde puedes encontrarte comiendo a una cuadrilla de Eibar que ha ido a pasar el día en Bilbao; a una turista de Andalucía que se moría por ver el Guggenheim; a un comercial de corbata que quiere impresionar a un cliente, a una pareja de jubilados alemanes forofos de Richard Serra; o a una familia de Bilbao -de Deusto, Indautxu, Otxarkoaga, Santutxu o Bilbao La Vieja, da igual el barrio- de toda la vida.

Detalles de una mesa frente a la cristalera

Que no te asuste el envoltorio, el Bistró del museo Guggenheim Bilbao es un restaurante de mente abierta, ideado tanto para la gente de Bilbao como para la gente que visita Bilbao, sea cual sea su procedencia y nivel adquisitivo.

Espacio minimalista y confort gastronómico

La entrada al Bistró se realiza por la misma explanada por la que se accede al museo, por la zona donde suele jugar Puppy. También se puede subir, en ascensor, por la entrada al edificio por la zona de la ría.

Acceso habitual al bar-restaurante Bistró Guggenheim Bilbao

Nos encontramos con un espacio luminoso y agradable, literalmente adaptado y pegado a las caprichosas curvas de titanio del museo Guggenheim. El amable personal te da la bienvenida en un recibidor y el maitre te conduce a la mesa que has reservado por un largo pasillo que serpentea el local. Solo falta que te echen la alfombra roja, ¡habemus una celebrity en el Guggenheim!

Entrada y comedores semi-privados a ambos lados

A izquierda y derecha del pasillo, vas dejando pequeños comedores semi-privados en forma de ‘u’, acabados en agradables tonos de madera. Es una informal y original forma de separar espacios y conversaciones.

Espacios informales semi-privados

A mano izquierda, en un pequeño altillo, explosión artística de colorido en un amplio espacio donde juntar varias mesas, ideal para alguna celebración o comida de empresa.


Madera combinada con mucho color

Por último, al fondo, frente a una gran cristalera que mira a Deusto, otra zona de comedor donde tienen cabida en nuestra humilde opinión, las mejores mesas del Bistró. ¡Será por vistas!

La enorme cristalera hacia la ría de Bilbao

La decoración es minimalista, y un aire moderno y agradable, luminoso, tanto a nivel de mobiliario, como a nivel de vestimenta del servicio y puesta en escena de la mesa, impregna todo el restaurante. La importancia del confort gastronómico. Vital. Se nota que cuidan los detalles. No olvidemos dónde estamos.

Un restaurante 2.0

El guiño family-friendly del Bistró

Echamos un vistazo a la original carta, impresa en un tablón metalizado. Sin querer, por deformación gastronómica, la vista se nos va hacia la carta de vinos y hacia las fórmulas de menús que propone este restaurante del centro de Bilbao.

La carta no es larga, se busca la especialización

En realidad son tres fórmulas, porque este restaurante, para nuestra agradable sorpresa, piensa en familias con niños que se quieren dar un capricho asequible, gente que quiere comer bien en familia. Nunca hubiéramos dicho que un sitio así pudiera ser tan kid-friendly.

El helado no puede faltar en un restaurantes kid-friendly

Detallazo. De hecho, vemos en el comedor bastantes mesas que disfrutan de la experiencia Bistró Guggenheim en familia.

Bistró en familia, con niños, why not?

Menú infantil

Para ello, ofrece un menú infantil con dos variantes: una de 15 € que incluye, a elegir, el clásico plato de pasta boloñesa y croquetas de jamón o el escalope de pechuga de pollo con patatas y croquetas.

Croquetas caseras de jamón

Este menú, que incluye helado casero, pan y bebida, cuesta 15 €. La otra opción infantil, claramente más saludable, incluye merluza -suponemos rebozada- con patatas fritas y las mismas croquetas, también con helado, por 16,5 €. Y ya que estamos, ¿por qué no unificar los precios de ambas opciones? A 15 o a 16 €, como queráis. Sobra decir que Izaro comió la mar de a gusto, sin poder terminar todo lo que le sirvieron.

Pasta boloñesa

Carta y menús a precios contenidos y competitivos

Pasando a placeres más adultos, el menú del Bistró es un menú basado en platos que ofrecen en la carta, ligera y especializada. Por el módico precio de 29,5 € puedes elegir de la carta un entrante, un plato principal y postre, con pan artesano y bebida incluida. No es tontería, estás comiendo en el museo Guggenheim de Bilbao, en la mansión de Puppy.

Podría ser una gran opción para un fin de semana cualquiera, pero venimos de una larga travesía por el Museo Marítimo de Bilbao. Con alevosía y nocturnidad, nos decantamos por la opción del menú degustación del Bistró, que se sirve a mesa completa. Son 40 € con pan, bebida e IVA incluido. Sirven con el menú degustación la misma bebida que con el menú de 29,5 €, a saber: vino tinto Rioja crianza o un vino blanco D.O. Rueda, que suponemos serán más que correctos.

Maridaje especial, para quienes buscan algo

Maridaje especial de vinos

Pero tenemos el día ‘tonto’, y optamos por experimentar el maridaje especial que tienen disponible para este menú, que cuesta 9,5 € adicionales. Yes, we love wine! Estos casi 10 € adicionales son el pasaporte para maridar los platos del menú degustación con los siguientes vinos: blancos Txakoli Itsasmendi y Enate Chardonnay, vino tinto Ysios Colección Privada y un vino dulce de naranjas elaborado en casa.

Con una estupenda puesta en escena, con vistas a la ría y a la Universidad de Deusto, damos comienzo a la gastroexperiencia deseosos de encontrar un nuevo sitio donde comer bien en Bilbao. La cosa, de entrada, con el pan artesano calentito, promete.

La importancia de un buen pan

Menú degustación del Bistró: vanguardia y generosidad

Todos los platos del menú degustación se sirven emplatados individualmente. Arrancamos con unos raviolis de bacalao con porrusalda. Es un moderno guiño a la porrusalda, un clásico de la cocina vasca más tradicional; en este caso sirve de acompañamiento de lujo a unos delicados raviolis rellenos de una fina y elegante pasta de bacalao. Es suave y el contraste con el sabor del caldo y el punto amargo de los puerros nos gusta.

Ravioli de bacalao con porrusalda

Sin dilaciones, con contundencia, se presenta el segundo entrante de la jornada: tomatito relleno de sepia, arroz negro y queso Idiazabal. Por forma y por sabor, ¡esto es una bomba! Esto necesita otra copa de txakoli Itsasmendi, la versión más joven y económica, fresca y con un punto canalla, de este gran txakoli de Bizkaia. No es el famoso Itsasmendi 7, pero estamos ante un vino blanco afable, que se bebe sin querer, para todo tipo de públicos y momentos.

El maridaje especial comienza con el txakoli Itsasmendi

Este entrante está concebido para gente disfrutona, para gente a la que le gusta untar en el plato. Y de tomatito nada, es un señor tomate. Cuidadosamente pelado y generosamente relleno de sepia, lleva un acertado acompañamiento de arroz negro. Se percibe un toque elegante a Idiazabal, pero el manto negro le roba protagonismo.

Tomatito relleno de sepia con arroz negro e Idiazabal

Ojo con dar buena cuenta del pan artesano, que está caliente y crujiente, y que invita a rebañar hasta crear obras de arte que bien podrían colgarse en las paredes del museo en el que estamos.

Esto sí que es una verdadera obra de arte…

Cocina de raíces adaptada a un contexto de vanguardia

El primer plato principal vuelve con fuerza a las raíces de la gastronomía de Euskadi. Junto con el bacalao, puede que la merluza sea uno de los pescados más utilizados en la cocina vasca. De nuevo, el chef Alejandro Bazán juega a combinar producto con un toque de autor, y engalana la merluza, asada, con patata rota y una espectacular salsa de curry. Si no te gusta el curry, tienes que probar esta magistral creación. Y si te gusta, también tienes que probarla. Y pedir más pan. Con una merluza en su punto, justificando por encima de todo la calidad del producto, el comensal agradece comer un pescado tradicional con este toque diferente, para nada arriesgado ni peligroso.

Deliciosa merluza al curry

Por cierto, ni acordarnos casi del vino que acompaña este plato. Maridamos la merluza con un Enate Chardonnay, un vino que entró con inusual fuerza hace años en muchas barras de Euskadi, y que personalmente, con el paso del tiempo, nos ha acabado empalagando. Después de llevar muchos meses sin pedirlo -quizás nuestro paladar necesitaba descansar de él-, incluso agradecimos una copa de este clásico vino blanco de la D.O. Somontano, al pie de los Pirineos. Confirmado: el chardonnay se entiende bien con el curry.

Pasamos al segundo plato principal. Tras pescado, era de esperar un plato de carne. Y para acompañar, cambiamos de vino, y cambiamos de color. El sumiller nos hace viajar con su detallada y melosa explicación a Rioja Alavesa, cerca de Laguardia, donde Ysios, en su faraónica bodega produce un vino de autor en formato de colección privada. Es un gran vino, con la elegancia y dignidad de la región donde se crían sus cepas.

¿Os habéis fijado en el número de la botella? Era nuestro día de suerte 😉

Este vino necesita un plato contundente. ¿Qué será? El maitre, un tío muy majo y simpático, nos acerca un plato de cordero lacado y deshuesado, con puntalettes al Jerez. En formato compacto, lo cual engaña mucho, esta notable ración de cordero está asada a baja temperatura, con lo que el riesgo de quedar seco, se diluye. Es más, desaparece por completo con ese acompañamiento untuoso que forma la pasta puntalette embalsamada en ese característico toque de Jerez. Te guste o no el cordero, estés saciado o no, ¡prueba esta creación! Olvida de nuevo a Kant, coge con decisión el tenedor y atrévete a romper esa minuciosa forma geométrica. Comprueba cómo se deshace la carne, sin apenas poner empeño. Es el ‘truco’ de la cocina a baja temperatura.

Cordero lacado

La torrija más famosa de Bilbao

Laura estaba expectante con el postre. Yo admito que tenía miedo. Crucificadme, pero no me gustan las torrijas ni la Semana Santa; especialmente aquellas que están demasiado empapadas en leche y adquieren un peso considerable; no sé, la leche, la textura… ¿Por qué tengo que justificarme tanto? ¡Parezco un mártir! Sin embargo, soy muy agradecido en la mesa, y pruebo la torrija, un postre que en palabras literales del personal del restaurante “no pueden quitar de la carta ni aunque lo intenten“. La torrija caramelizada en sartén con helado, de queso, se ha convertido es una especie de postre abanderado de este restaurante del Guggenheim Bilbao.

Torrija caramelizada a la sartén

No saldré yo diciendo que me he convertido en fan de las torrijas tras probar esta delicatessen del Bistró, pero sí diré que ese toque de caramelo y sartén, y el contraste frío del helado de queso, riquísimo, me embaucó muy mucho, hasta tal punto de casi terminar con el postre. Y eso, hablando de torrijas, os aseguro que es mucho decir.

El vino dulce casero a base de naranjas que dio cierre a este festín y maridaje, no nos hizo demasiada gracia. La intención de darle un sutil toque de alcohol a una fruta ácida como la naranja es buena, y es una fórmula que va bien con los postres, pero hemos de admitir que personalmente no nos van mucho este tipo de cócteles dulces.

Último vino del maridaje especial del Bistró

Terraza titánica exclusiva

No hay una buena comida que no termine con un buen café. Después de comer así de bien, a nosotros, el cuerpo nos pide salsa café y sobremesa.

¿Un café titánico?

Y con buen tiempo, café en terraza. Aquí es donde viene el premio gordo del día: sobremesa única, nivel Bilbao VIP, en la exclusiva terraza rodeada de titanio que tiene el restaurante. Y con sol, I love the Basque Country!

Érase una vez una terraza pegada al titanio

Abstenerse curiosos y envidiosos. Solo puede acceder a esta terraza la gente que ha comido en el restaurante Bistró Guggenheim.

No diga terraza, diga lujo

Reclínate en una silla, recréate con los reflejos del titanio, y sigue con la mirada el curso de la ría y vida de Bilbao. Bueno, allá cada uno.

Los domingos al sol

Te sientes bien, ¿verdad? Momentazo. Será el magnetismo del titanio, que todo lo engrandece en Bilbao.

¡Qué lujo de vistas!

Más allá del café, este sitio invita a cerrar negocios, a una pedida de mano o a perderte en la carta de cócteles que ofrece el espacio gastronómico.

Un entorno lleno de luz, arte y magia

Extasiados, casi nos tienen que sacar con agua caliente de uno de los txokos más exclusivos de la Bilbao actual.

BVIP (Bilbao VIP)

Salimos del restaurante, no sin antes reparar en el moderno bar-cafetería del Bistró, donde sirven pintxos y se puede picar algo. No sabemos qué tal estará; desde la barrera, tiene buena pinta.


Un bar moderno y agradable

¿Y qué me dices de tomarte ese café, esa caña o ese vino en su espléndida terraza, sobre la mismísima explanada de acceso al museo Guggenheim? Para vigilar las travesuras de Puppy y tal.

Terraza elegante, ¿no?

Experiencia gastronómica informal en un sitio emblemático

Más que satisfechos. Muy contentos. Así es como terminamos el menú degustación del restaurante Bistró Guggenheim Bilbao. Sinceramente, toda una sorpresa gastronómica para nosotros, y con un mensaje de trasfondo muy importante: fuera prejuicios, ¡se puede comer en el Guggenheim sin empeñar un diente! El museo galáctico bilbaíno tiene una propuesta gastronómica asequible, al alcance de mucha gente, seas cajera, ingeniero, de Bilbao o de la Ribera Navarra. Me dirás que todos los días se puede comer un menú degustación dentro del edificio del museo Guggenheim Bilbao por 40 € IVA incluido. No quiero pensar lo que puede costar un menú similar en algún edificio emblemático del centro de Barcelona o Madrid, que probablemente no le llegue ni a la suela del zapato al ‘Guggen‘.

Todo un símbolo

Y si me apuráis y queréis ahorrar o invertir 10 € en otra cosa, si no eres un sibarita de los vinos, no te compliques con el maridaje especial, seguro que el vino que incluye el menú degustación es ‘majo enough‘.

Variada y correcta selección, con referencias interesantes

¿Que no quieres comer mucho, tanto? Con el menú de carta que ofrecen por 29,5 € también ‘vas que chutas’. Y metes gol. Por toda la escuadra. ¿Dónde creéis, sino, que almuerza Puppy todos los días? A ver si te pensabas que los canes de Bilbao seguían mordiendo huesos ;).

¡Puppy, hora de comer, hoy tienes raviolis de bacalao!

Valoración @Lonifasiko: 4,6/5


Gastroexperiencia disfrutada en Febrero del 2017 gracias a la iniciativa ‘Meet a Blogger‘.


Información práctica:

On egin!

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