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Restaurante Kobika en Durango: comer el menú Koldo


Normalmente, nada más salir de un restaurante y haber disfrutado de una gastroexperiencia, nos suelen asaltar los siguientes pensamientos:

  1. ‘Hemos comido bien, nos ha gustado, es probable que repitamos’
  2. ‘Nos ha encantado, volveremos fijo’
  3. ‘No nos ha gustado (sea la comida, atención, precio…), es altamente improbable que volvamos’
  4. ‘Ni fú ni fá, sensación agridulce, pero hay que darle una segunda oportunidad’

¿Por qué contamos esto en el artículo gastronómico de hoy? Porque por una serie de causas que pasaremos a describir en breve, nuestra gastroexperiencia en el restaurante Kobika de Durango no fue todo lo excelente que esperábamos.

Decoración a la entrada del comedor del restaurante

Siendo uno de los locales gastronómicos más conocidos y premiados de Durango, y habiendo recibido varias recomendaciones personales sobre el lugar, no podíamos dejar pasar el 2014 sin sentarnos a degustar la cocina de los hermanos Iñigo y Koldo Kortabitarte.

Tras dejar la barra a un lado y entrar en el comedor del restaurante, amplio y de decoración tradicional, con mesas redondas y cuadradas, guiados por la camarera, nos aposentábamos en una de las sencillas y sobrias mesas, sin una idea fija sobre qué comer, con la esperanza de vernos sorprendidos por diferentes opciones gastronómicas. Como sabéis, somos de ‘tirar’ mucho de menús, que normalmente te ofrecen un overview de las capacidades del restaurante, a un precio competitivo. Por ello, con la idea preconcebida de menú y de no gastarnos un pastizal, pasamos por alto la carta, centrándonos en los diferentes menús que ofrecen.

Vista del comedor principal del restaurante Kobika

Entre los menús, vemos que hay diferencias y saltos considerables, tanto en platos como en precios. Por el tipo de cocina que ofrece, con un toque vanguardista, nos llama la atención el menú Kobika, de 36 euros persona. Dicho menú ofrece platos elaborados, pero tampoco vemos nada que nos haga exclamar un ‘quiero comer eso!‘ o nos agite los jugos gástricos como para dejarnos ese dineral. Porque si a ese menú le añades un vinito, cafés e IVA, te plantas en 100 euros la pareja, que no es moco de pavo.

Por ello, reculamos y renegando de la carta, nos refugiamos en el denominado ‘menú de Koldo’, el menú más tradicional y asequible de precio que ofrecen. Es un menú que hay que pedir para dos personas como mínimo, y cuenta con dos entrantes, un plato principal de carne, y postre. Con vino e IVA aparte, cuesta 24 € por persona.

Disposición de mesa, sobria y correcta, en el restaurante Kobika

Hay que significar así mismo que el menú cuenta con dos variantes. El plato principal de carne es inamovible, pero a nivel de entrantes, el menú ofrece dos variantes: una variante ofrece fritos especiales de la casa y lomos de bacalao con pimientos rojos, mientras la otra, sirve ensalada Koldo y revuelto de hongos al foie. Nuestra pregunta, y la que hacen en la mesa de al lado, es obvia: ‘¿Podemos pedir dos y dos, para probar los cuatro entrantes?‘ Para nuestra sorpresa, nos dicen que no es posible, que los entrantes van a mesa completa y que sólo se pueden pedir dos. Íbamos a decir que los entrantes no son combinables, pero terminamos por pedir un entrante de una variante, y otro de la otra, una especie de combinación casera que al parecer sí permiten.


Este simple lío a la hora de elegir el menú, que se podría arreglar con una presentación más clara del menú en la carta, o dejando un poco más de manga ancha al comensal, nos confunde y hace que no empecemos con buen pie la comida. Para intentar arreglarlo, optamos por pedir un Conde de Valdemar Crianza, uno de nuestros vinos ‘fetiche’, pero casualidad no tienen. ¡Menudo ojo tenemos últimamente con los vinos! Terminamos por pedir un Marqués de Vitoria Crianza 2010, que sería una de las alegrías de la jornada, un gran vino.

Marqués de Vitoria crianza, vino tinto de Rioja Alavesa

Nos sirven rápida y amablemente la ensalada Koldo, al centro, para compartir. Es un plato colosal en tamaño, y con una salsa rosa que lo cubre todo, intentando esconder y hacer más importante el tesoro gastronómico que encierra en sus entrañas.

Ensalada Koldo en el restaurante Kobika de Durango

Da pena ‘romper’ la estructura casi perfecta de presentación, pero las ganas por saber qué hay bajo esa rica salsa rosa casera nos pueden.

Interior de la ensalada Koldo

En realidad es una ensalada templada/fría, donde adicionalmente a los clásicos ingredientes de una ensalada, hay un rico conglomerado de pimientos, atún, gambas y otros ingredientes sin identificar. Está muy sabrosa, y la cantidad es generosa, nos servimos dos raciones cada uno. La comida se empieza a arreglar.

Aunque dudamos, mucho, en pedir los hongos al foie, finalmente optamos por la ‘vía pescatori‘, y por la pinta del plato de lomos de bacalao con pimientos rojos que nos traen, creemos acertar de pleno.

Lomos de bacalao con pimientos rojos

Los pimientos, de calidad, y la salsa, una especie de pil-pil, está increíblemente deliciosa. Los lomos se ven ‘sanotes’, esto promete. Pues bien, mientras Laura termina y deja brillante su plato, Miguel tiene problemas para terminar el suyo. ‘¿En serio, Miguel sin poder terminar un plato?’ Está salado, demasiado salado, y Miguel no es de los que protesta por el tema del exceso de sal. Se lo comentamos a la camarera, que sorprendida, nos comenta que las cuatro tajadas que nos han servido vienen de la misma pieza, desalada de la misma forma, al mismo tiempo. No se lo explica, pero nos comenta amablemente que lo comunicará a cocina. Es importante, vital, dar feedback, tanto cuando es positivo como negativo, y lo cierto es que Miguel no ha podido terminarse el plato, ¡una pena con la pinta que tenía!

Es entonces cuando hace acto de presencia una divina luz gastronómica en forma de chuleta de ternera a la plancha. Bien troceada, en su punto, está como tiene que estar una materia primera de este calibre: de lujo.

Quizás le sobran algunas ‘gizenas‘ a la pieza, pero el plato, simple y llanamente acompañado de unas patatas caseras, no necesita más carta de presentación, es el estilete de un buen menú tradicional de la cocina vasca.

Con los postres, no tenemos ninguna duda, tenemos la clara intención de probar las dos opciones que se ofrecen, así que pedimos uno cada uno. Son postres muy tradicionales, y para no defraudar a los cánones, comenzamos por una degustación de postres típicos. Bola de helado, flan y arroz con leche, what else? Sencillo, vasco, tradicional, casero, clásico…, y rico, muy rico.

Degustación de postres en el menú Koldo del restaurante Kobika

El otro postre tampoco escapa de los tópicos y se presenta en una onda similar a la clásica pantxineta vasca. Realmente, se hace llamar tarta de hojaldre con nata y chocolate templado, que no caliente. Se acompaña de la pertinente bola de helado de vainilla, un acompañamiento clásico entre los postres clásicos de Euskadi, ¿eh aita? 😉

La tarta y su relleno están ricos, y aunque hubiéramos preferido el chocolate algo más caliente, lo cierto es que disfrutamos como enanos con ese intenso sabor que le confiere el chocolate a esta tarta, fundiéndose aleatoriamente con el helado.


La tertulia continua con un par de ricos cafés. Tan sólo queda apoquinar los 77 € de la cuenta, cifra que según la vemos, alucinamos un poco, suena a mucho dinero para lo que hemos comido. Pero claro, tiene su lógica: dos menús de 24 € cada uno, más una botella de vino de entre 15-20 €, más dos cafés, más el inoportuno IVA, hacen 77 eurazos. Para lo que comimos, con un enfoque demasiado clásico y sin sorpresa gastronómica alguna en el menú, es un precio muy elevado, demasiado. De veras que no estamos teniendo en cuenta aquí la ‘mala pata’ con el plato del bacalao de Miguel, pero este menú, sin incluir un vino corriente e IVA, nos parece carillo para lo que ofrece.

La barra del Kobika es famosa como opción ideal para comer pintxos en Durango 

Quizás tenemos nosotros gran parte de culpa por pasar olímpicamente de la carta y escoger este menú tradicional que en parte nos decepcionó, pero tampoco vimos en el otro menú, de categoría superior, algún plato sorprendente por el que estuviéramos dispuestos a pagar bastante más dinero. Aunque la base de la cocina de un restaurante sea tradicional, clásica, hoy en día, la gente que se sienta en una mesa de un restaurante, especialmente en Euskadi, busca ser sorprendida, con algún toque especial, de autor, algo que cause sorpresa; en este caso, sentimos decir que el menú Koldo no consigue precisamente eso en el comensal, ni en su estómago ni en su bolsillo.

Lo dicho, tenemos que volver a este restaurante, hacer borrón y cuenta nueva y probar otros tercios, ya sea comiendo a la carta o comiendo el menú Kobika, asumiendo que saldrá por un ‘pico’; también hemos oído hablar muy bien de los elaborados pintxos gourmet que sirven en la zona de barra, en el denominado gastrobar; con creaciones premiadas en diversos concursos, el restaurante Kobika les suele dedicar una cena monográfica todos los jueves por la noche. Vamos a pensar que esta gastroexperiencia fue un cúmulo de mala suerte y peor elección por nuestra parte, una espinita de 77 € que nos decepcionó y que nos tenemos que quitar cuanto antes. Eso sí, no nos importaría ver algo de movimiento e innovación en los platos de los menús, también en los platos del menú más tradicional.


Valoración @Lonifasiko: 3,9/5


Información práctica:


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