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La cara oculta y amarga de los viajes de trabajo o business trips


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No es oro, ni plata, ni bronce, todo lo que reluce en los viajes de trabajo o business trips. Cuando tienes un viaje por motivos de trabajo, un business trip, tienes dos opciones en cuanto a la actitud se refiere: la fácil es amargarte y embajonarte desde que sales de casa, ya que muchas veces suelen ser viajes a los que no te apetece un pimiento ir; la otra, es ir en clave positiva, pensando en que más allá de los motivos laborales, es probable que saques algo de tiempo para visitar y saborear ese nuevo destino que visitas.

Normalmente, los integrantes del txoko optamos por esta segunda vía, intentando arañar algo de tiempo al reloj business y disfrutando, en la medida de lo posible, del viaje de trabajo. Dependiendo del destino, muchas veces no hace falta mucho tiempo para captar la esencia de un pueblo, ciudad o región, y ver lo imprescindible, lo típico turísticamente hablando. No, no somos muy amigos del concepto fastravel, pero muchas veces, especialmente durante los viajes de negocios, no queda otra que aprovechar al límite los minutos de tiempo libre para coger unas pinceladas de la ciudad, área o región que visitas.

Esperas y tiempos muertos en aeropuertos, una constante en un business trip (Foto de metroparent.com)

Hace ya algún tiempo, un amigo me comentaba que durante un viaje de trabajo realizado a tierras muy lejanas, prácticamente ni había salido del hotel. A pesar de estar a muchas millas de casa, en un país completamente nuevo, diferente y atractivo, las interminables reuniones, las cenas y compromisos formales con clientes, las visitas a proveedores, y la larga lista de llamadas e emails habían hecho que aquel viaje de trabajo se convirtiera en una auténtica losa pesada, donde la localización, se convierte en lo de menos, en algo anecdótico.

Cuando me contó esto, no me creía ni comprendía la situación, quizás porque no nos había tocado vivirlo nunca así, de forma tan extrema al menos. Sin embargo, tras mis dos últimas experiencias de viaje por trabajo, en Siegen (Alemania) y en Turín, puedo decir que he vivido una situación parecida, en la que aún poniendo todo de tu parte, una agenda apretada de trabajo y compromisos con diferente gente de tu entorno laboral, además de algunos problemas de aeropuertos y aviones, pueden echar al traste tus previsiones más optimistas, e incluso hacer que vuelvas mentalmente vacío, viajeramente hablando, de tu viaje de trabajo.

Sí, Teruel volver de vacío y no ver nada en un viaje de trabajo, existe, y lo he experimentado especialmente en mi último business trip a Turín o Torino, capital de la región de Piamonte (Piemonte en italiano), al norte de Italia.

Siempre que viajo a Italia, viajo contento, muy contento, es un país que me gusta mucho y por el que siento especial predilección. No sólo gastronómicamente hablando, sino porque es un país en el que me siento muy cómodo e integrado, ya que todo es, salvando algunas diferencias, bastante similar a España. Además, esta vez viajaba a Turín, donde nunca había estado, por lo que iba todavía con más ganas e ilusión, y más tras leer este completo artículo de Nongogoa sobre Turín. A pesar de que con el cambio horario oscurece pronto en Noviembre, confiaba en poder sacar algo de tiempo para admirar algunos de sus monumentos y edificios históricos, o en su defecto, caminar sin rumbo fijo por sus calles, o por la orilla del río Po. Qué ver o hacer es a veces lo de menos, el tema es salir, caminar y abrir bien los ojos para captar nueva información del entorno. El procedimiento viajero es realmente simple y efectivo, aunque vayas vestido de pingüino.

A veces en un business trip, toca vestirse de traje

Sin embargo, ahora que estoy escribiendo este post en el avión de vuelta a casa, puedo decir que mis planes para ver algo en Torino han sido…eso, planes que nunca se llegaron a cumplir, constituyendo el viaje de trabajo más frustrante, repito, viajeramente hablando, que he vivido hasta hora. Y es que a pesar de haber estado en Turín más de 48 horas, de martes al mediodía al jueves por la tarde, puedo decir que apenas he visto nada de la ciudad, que no tengo una básica foto de esta histórica ciudad. Qué triste, ¿no?

En efecto, es triste, y aquí van algunos motivos y la cronología de los hechos que han hecho que este último viaje de negocios haya sido el más triste que he realizado hasta ahora, para aquellos que creen que los viajes de trabajo son una forma de salir y escaquearte de tus quehaceres diarios, laborales y personales, o un auténtico placer y oportunidad para conocer sitios nuevos:


Martes 12/11/13

Tras haber salido de casa a las 6.30 a.m., tras un vuelo en conexión y una corta escala, un compañero de trabajo y yo llegamos al aeropuerto de Torino a mediodía, donde cogemos un taxi directo a la empresa destino, donde mantenemos una reunión de trabajo y puesta en común que se alarga más de lo esperado, dejándonos de vuelta en el hotel casi a las 21 horas. Hacemos check-in, dejamos la maleta en la habitación y sin cambiarnos, a cenar, a la vuelta de la esquina del hotel, no hay ganas de nada, ha sido un día muy largo. Sin duda la cena es lo más alegre y divertido del día, y estamos de vuelta en el hotel a las 22.30 p.m., derrotados, si bien con el estómago lleno y caliente de riquísimos gnocchi al Castelmagno.

Gnocchi al Castelmagno, plato típico de la cucina piemontese

Miércoles 13/11/13

Levántate a las 6.15 a.m., prepárate, desayuna y coge un taxi para ir al mismo sitio que el primer día, donde la reunión de trabajo y posterior evaluación de resultados se alargan desde las 8.15 a.m. hasta las 20 horas de la tarde. Sí, con algún que otro rato de tiempo libre, pero estás dentro del recinto de una enorme empresa, y además no hay posibilidad de conexión a Internet. Fascinante, ¿eh? Sin ni siquiera tiempo para pasar por el hotel, nos montamos de vuelta en un taxi que nos lleva de rally, literal, hasta un céntrico restaurante de Torino, donde dicen que se come una de las mejores pizzas de la ciudad.

Pizza especial de la casa en el Ristorante Pizzeria Amici Miei, en Turín

Vestido de traje y con un dolor de cabeza considerable, los compromisos laborales te llevan a cenar con quince miembros del equipo de trabajo, más de 2 horas de conversación en inglés con clientes potenciales, revisores y compañeros. La cena está muy bien, pero donde esté cenar con amigos, con tu pareja, en familia, o incluso sólo, que a veces es lo que más te apetece, que se quite todo lo demás.

Tras la cena, sobre las 23 horas, caminamos 10 minutos desde el restaurante hasta el hotel, por unas avenidas porticadas muy amplias y elegantes.

Avenidas porticadas en el centro histórico de Torino, clase y elegancia

Es bonito, pero está oscuro, estás cansado, no tienes ganas de hablar con nadie, simplemente estás pensando en encerrarte en la simplona habitación de tu hotel, subir alguna tontería Facebook o Twitter, y zambullirte entre las sábanas de tu maltrecha cama pasajera, sabiendo que esa nueva almohada te va a volver a machacar el cuello.


Habitaciones de hotel simples y funcionales, para estar allí el tiempo justo y necesario

Jueves 14/11/13

La hora de amanecer se repite, también el taxi al mismo sitio. Esta vez la reunión termina para las 15 horas, cuando tienes que despedirte, dar la mano a todos, y coger otro taxi al aeropuerto, léase vivir una nueva clase de conducción extrema a bordo de un destartalado Fiat Multipla que se las da de WRC (World Rally Car), con un conductor con aire mitad hippie, mitad punkie que no hace otra cosa que pegar frenazos, conducir a más de 150 km/h y jurar el hebreo, Scary Movie 7 :-S. Llegas al aeropuerto, con la tarjeta de embarque sacada previamente, pasas el control de seguridad, merodeas y compras algo en alguna de las carísimas tiendas del aeropuerto, te tomas algo, y esperas a que se empiece a formar la cola habitual en tu puerta de embarque.


Una vez embarcas, percibes que el encanto de Torino, esa posibilidad que creías tener a la ida de poder ver algo de la ciudad, a pesar de las apretadas agendas, se esfuma por completo, se diluye en el aire de Piemonte, camino de los Alpes.

Los Alpes vistos desde cerca del aeropuerto de Turín, denominado Torino Caselle

El viaje de vuelta a casa es duro, llegas a casa minutos antes de la medianoche, cuando la pequeña viajera de la casa está dormida, no la veré hasta mañana al mediodía. ‘¿Seguro que tengo menos de 6 horas para dormir y ponerme en carretera de nuevo para ir a trabajar hasta Donosti? Pensaba que había salido de casa el martes por la mañana…, ah sí, eso es, salí el martes por la mañana, es correcto, es que ya ni me acuerdo en qué día vivo’. Es normal, has dormido poco, y llevas una volada y saturación de mensajes, números, miradas, nombres e información en la cabeza que no es normal, información business, no viajera, que tardarás días en procesar.

Parece una eternidad de viaje, pero ha sido un viaje relámpago, en el que apenas has tenido tiempo para ti y no has visto nada de Torino, a no ser por unos benditos azucarillos del desayuno que nos dieron unas pequeñas pinceladas de la ciudad. Esto podría ser una nueva moda para los viajes de trabajo, un top busness travel trend para el 2014 :). Quien no se contenta es porque no quiere…

Visitando Turín a través de azucarillos, nuevo business travel trend

Ojo, a pesar de las circunstancias y del bajón viajero que suponen estos viajes express con agendas tan apretadas que no te dejan ni respirar, como todo en la vida, siempre hay que tener una última lectura positiva. Por ello, aquí va la nuestra:


Divertido viaje, ¿verdad? Que conste que este post no pretende ser una queja ni un lloriqueo que pretende desmitificar el maravilloso mundo de los viajes de trabajo. No se puede generalizar ya que todos los viajes de trabajo no son así, los hay mejores, en los que sacas algo de tiempo para estar tranquilo y ver cosas, y los hay peores, por ejemplo, cuando tienes problemas con los vuelos, etc. Sea como fuere, a veces ocurre esto que he contado aquí, y como decía, es bastante frustrante, ya que realmente no has estado en Torino, has estado en un hotel de Torino, en una fábrica a las afueras de la ciudad, en el aeropuerto y en dos restaurantes cercanos al hotel, nada más, nada menos.

¿Qué os parece esta experiencia plana vivida durante este último business trip, cómo se ve desde fuera? ¿Os ha tocado viajar mucho por motivos de trabajo y habéis vivido situaciones parecidas, o sois siempre de los afortunados que han sacado un rato para dar una vuelta por la ciudad?

SaludoX!