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Minas de Arditurri, un viaje subterráneo hacia la época romana


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Los romanos fueron una civilización muy astuta. En todos los sentidos, pero especialmente desde el punto de vista económico. Una civilización con los ojos siempre bien dirigidos hacia la conquista de nuevos territorios que tuvieran algo que explotar. Si llegaban a un territorio en el que no había nada que extraer o explotar, cambio de tercio, y a otra cosa, mariposa. No business, no party.

En concreto, ha habido muchas teorías en torno a la presencia de los romanos en Euskadi. Hay gente que todavía se aferra a leyendas que hablan de los romanos no pudiendo conquistar ciertas zonas de Euskadi pobladas por vascones, várdulos y caristios. En realidad, como en otros muchos casos, los romanos simplemente entraron en zonas de aquella Euskadi pre-románica donde les interesaba, donde había ‘jaleo económico’.

Réplica de vestigio romano utilizado en las minas

Si bien el asentamiento romano principal en territorio de los vascones fue Pompaelo, capital de la actual Navarra, el asentamiento romano más importante en la actual Euskadi fue Oiasso, un puerto y vía marítima de gran importancia en aquella época. En la actualidad Oiasso se correspondería con la ciudad fronteriza de Irun.

Visita a las minas de Arditurri

Después de esta pequeña y humilde introducción histórica, relacionando historia con una pequeña escapada o excursión, pasamos ahora a relatar nuestra visita a las minas de Arditurri, uno de los verdaderos motivos, sino el principal, por el que los romanos se asentaron en Oiasso.

Vestigios de la actividad minera

Tras remontar la carretera que cruza el barrio Ergoien de Oiartzun, seguiremos un par de kilómetros hasta dar con un desvío a mano izquierda, donde se indica el acceso hacia el coto minero de Arditurri (‘Arditurri’ significa en euskera ‘fuente de las ovejas’). Por una carretera estrecha que serpentea junto al curso de río Arditurri, llegaremos a un amplio aparcamiento.

Desde allí, tomaremos la vía verde, asfaltada, que en 5 minutos nos plantará frente a la explanada sobre la que se asienta el centro de interpretación de las minas de Arditurri, ubicado entre restos de la actividad minera de épocas pasadas.

Centro de Interpretación de las minas de Arditurri

La entrada a la zona cero del centro de interpretación es libre, y mediante diversos paneles, algunos de ellos interactivos, muestran la historia de las minas de Arditurri, retales de la ocupación romana, y por supuesto, hablan de la flora y fauna que habita hoy en día esta zona protegida, enmarcada bajo el Parque Natural Aiako Harria.

Si se quiere realizar alguna de las visitas guiadas que se ofrecen, la visita guiada básica ofrece la proyección de un audiovisual y la entrada a una galería de las minas acompañados de una guía oficial. Esta visita tiene una duración inferior a la hora, y es perfectamente realizable con niños, costando la entrada para adultos 5 €.

Pequeño pero coqueto espacio

La proyección del audiovisual, de 15 minutos de duración, es interesante para conocer mejor el origen de Aiako Harria, una mole granítica que afloró hace más de 250 millones de años, siendo el vestigio geológico más antiguo de todo Euskadi. Dicho de otra manera, las rocas más antiguas de Euskadi están en el macizo granítico de Aiako Harria.

Paneles interactivos y niños auto-didactas

Esas características geológicas de base, sumadas al choque y movimientos continuos de muchos de los materiales y capas que formaban parte de los fondos marinos de aquella época, y el ascenso de bolsas de magma, es lo que propició que en esta zona afloraran filones de minerales susceptibles de explotación minera: goethita y siderita para la extracción de hierro; galena para la extracción de plomo y plata, así como otros materiales.


Diferentes civilizaciones y compañías explotaron estas minas

Con un primer barniz interesante del entorno geológico-histórico en el que estamos, pasamos a la parte más divertida de la visita guiada. Salimos del centro de interpretación y nos dirigimos hacia una gran puerta metálica que se asemeja a un auténtico búnker.

Puerta metálica de acceso al mundo subterráneo

Acompañados de la guía, y como primer paso que todo buen y prudente minero debería realizar, nos ponemos el casco de seguridad antes de adentrarnos en el mundo subterráneo. Es una sencilla acción que resulta graciosa, especialmente cuando ves a Izaro ponerse su casco, ilusionada y dando envidia al resto, porque su casco, es de otro color, diferente al resto.

Casco de seguridad para entrar a la galería

La visita guiada es en realidad un pequeño recorrido, sin ningún tipo de desnivel, a través de unas pasarelas metálicas que han habilitado en una de las innumerables galerías de este coto minero.

Pasarelas metálicas muy bien acondicionadas

Durante el recorrido, la guía ira deteniéndose en diferentes puntos, para explicar diferentes conceptos, así como señalar, linterna  en mano, la presencia de ciertas estructuras, canales de agua, y por supuesto, materiales presentes en las complejas paredes de la mina.

La guía de la visita enfoca y explica cada punto

La visita es rápida y amena, y los peques de la casa se lo pasan en grande con las atenciones y explicaciones para niños que reciben en ese mundo de oscuridad que ahora nos parece tan lejano. La iluminación y algunos efectos sonoros artificiales, como el sonido del desprendimiento de rocas, harán que percibamos la visita a este laberinto de galerías, como si fuéramos auténticos mineros, del siglo XXI claro, sin derramar ni una gota de sudor.

Estampas y formaciones curiosas

Parece lejano, pero realmente, las minas de Arditurri se explotaron hasta el año 1984, hasta hace 30 años. Probablemente la explotación de estas minas tuvo su origen en la Edad del Hierro, pero es el Imperio Romano quien deja constancia por primera vez de su explotación; los romanos, basaron sus trabajos en Arditurri y en gran parte de Oarsoaldea, en la extracción de galena argentífera, para la obtención de la preciada plata. Esto erige a Arditurri en uno de los cotos mineros más importantes de la península; uno de los pocos que ha sido explotado durante más de dos mil años, de manera casi ininterrumpida.

Combinación múltiple de materiales en roca

En la Edad Media se vuelve a reavivar el interés por el hierro, y durante siglos, ése será el material más preciado que diferentes compañías buscarán en Arditurri e inmediaciones, con el resurgimientos de numerosas ferrerías sobre el cauce de los ríos de la zona. Ya en el siglo XX, la extracción del hierro da un paso más, con la construcción del ferrocarril hasta la misma entrada del coto minero, para agilizar el transporte logístico del mineral hacia ferrerías y hasta la bahía y puerto de Pasaia. Estas vías del tren serán las que caerán en desuso con el cierre de la explotación, y las que se convertirán en la agradable vía verde o bidegorri por el que pasearemos tras la visita.

Parajes bucólicos a izquierda y a derecha

Terminamos la visita haciendo de forma inversa, siguiendo formales a la guía, el recorrido hasta la superficie, deteniéndonos de nuevo en algún punto interesante y preguntando millones de dudas. Sí, somos curiosos y preguntones, per sé. Colgamos el casco, cruzamos la puertita y afrontamos con desgana la “molesta” luz del día, parece que aquí termina nuestra experiencia minera.  ¡Qué pena, Izaro dice que se ha quedado con ganas de más!

Parece que el agua fluye, pero no es así

Agradecemos a la guía sus explicaciones, y nos dedicamos a explorar a nuestro aire, y con cuidado, la explanada y zona exterior del coto minero, donde todavía se observa maquinaria, construcciones y vestigios de la actividad minera, tal cual fueron abandonadas hace 30 años.

Padre e hija explorando el mundo

Paseo por la vía verde de Arditurri

Por logística de comidas, volvemos al aparcamiento para dirigirnos en coche hasta Ergoien, punto desde donde accederemos a la vía verde de Arditurri. Otra opción hubiera sido comenzar a caminar por la vía verde desde el mismo aparcamiento del coto minero, hacia abajo, pero a sabiendas de que luego nos podría haber entrado la pereza de volver hasta Arditurri, optamos por la vía Ergoien.


Clásica estampa del caserío vasco

Una vez aparcado el coche en cualquier punto del barrio de Ergoien, cerca de la zona donde hay bares y restaurantes, es cuestión de cruzar el río y toparse con la vía verde, perfectamente señalizada. Si se tienen dudas, es tan fácil como preguntar por el ‘bidegorri’ a cualquier persona de la zona.

La señalización es excelente

Tras dejar a un lado un pequeño recinto en el que pasamos un buen rato saludando a unos ruidosos gansos y ocas, caminamos un corto primer tramo de la vía dirección Oiartzun. El entorno rural por el que circula esta antigua vía de tren es precioso, e incita a caminar, hasta que las tripas de Izaro empiezan a rugir y a demandar su merecida comida.

Entorno rural precioso en la zona de Ergoien

Tan fácil como salirse de la vía verde, cruzar la carretera y damos con el Restaurante Olaizola, uno de los restaurantes más conocidos de la zona. Damos de comer a la peque cómodamente en la terraza, degustando un pintxo de morcilla de verdura impresionante, a un precio más que razonable.

Deliciosa morcilla de verdura, casera 100%

Viendo lo a gusto que estamos y dada la afluencia de gente y los problemas que tienen para encontrar una mesa libre fuera en la terraza, finalmente decidimos quedarnos a comer. Todo lo que sacan tiene buena pinta, y hay una variada oferta de platos combinados y raciones.

Platos combinados, una opción siempre interesante

Con fuerzas renovadas y con la peque ya echando la siesta en su sillita, volvemos a incorporarnos a la vía verde, aprovechando para caminar a ritmo de adulto, y disfrutar del paisaje que va atravesando este bonito bidegorri. Aparte de gente caminando, nos sorprende la gran cantidad de bicicletas que vemos en la ruta, por aquí se lleva mucho practicar cicloturismo en familia.

Paseo llano y asfaltado

Sin perder de vista el río, sin darnos cuenta, pasaremos por diferentes zonas y barrios del extenso y desperdigado municipio de Oiartzun. En nuestro caso, finalmente anduvimos un buen tramo, cerca de una hora aproximadamente, hasta el punto donde el bidegorri sale a la par de la carretera y de un gran polígono industrial a mano izquierda.


Vía verde perfectamente pavimentada

Toca dar la vuelta y volver poco a poco, realizando mil y un paradas con la peque, ya que los entretenimientos no faltan en el entorno: ovejas, vacas, lanzamiento de piedras al río…

Ovejas, entretenimiento asegurado para los niños

Como ocurre en casi todas las salidas que se hacen con niños, las atracciones y diversiones infantiles ni se crean ni se destruyen, se transforman :).

Animales en la zona más rural de Oiartzun

Ya cerca de Ergoien, paramos en otro bar-restaurante situado a la vera del camino, con una apetecible terraza que invita a disfrutar de la tarde; el descanso nos viene de perlas, que la vuelta se está haciendo algo larga, es lo que pasa cuando te emocionas y creces a la ida, en ligero descenso y aprovechando para charlar, con la peque dormida.

El último tramo lo realizamos movidos por la inercia, llegando al coche cansados, tras hacer de nuevo el ganso, una de nuestras especialidades.

Gansos y ocas en la vía verde de Arditurri

Cansados pero contentos, ya que la visita combinada a Arditurri es una excursión de día ideal, perfecta para hacerla en familia. Tiene un poco de todo: se aprende un poco de geología, historia y cultura siendo ‘mineros por un día‘; se puede caminar o andar en bicicleta por una vía verde estupendamente habilitada, en un entorno realmente bonito; y por supuesto, en esta parte este de Gipuzkoa, la buena gastronomía de los restaurantes de la zona tampoco puede faltar. ¿Tienes un plan mejor, algo que complemente nuestra primera inmersión en familia en Oiartzun, en la comarca de Oarsoaldea?

Oiartzun, un remanso de paz

Información práctica:


Información para completar tu excursión y estancia en la zona:



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