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Restaurante Ventorrillo del Carbón, auténtica cocina casera a precio asequible


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Tras visitar durante la mañana de cabo a rabo la preciosa localidad de Medina-Sidonia, nos vimos en el siempre problemático dilema de decidir dónde comíamos. No queríamos ir a un restaurante de renombre o de cierto nivel, aquel día el plan era comer en un sitio normal, sin dejarnos una pasta gansa en la gastroexperiencia. Lo ideal hubiese sido comer en el propio pueblo, para no mover coche ni nada, pero entre las recomendaciones que nos hizo aquel buen hombre gaditano, incluyó los dos restaurantes que vimos en la carretera de acceso al pueblo, a 2 kilómetros aproximadamente del centro, justo antes de encarar la fuerte pendiente que nos conduce a esta bella localidad declarada conjunto histórico-artístico.

Cuando te dicen ‘en cualquiera de los dos se come bien, y muy bien de precio‘, normalmente es una frase que suele gustar escuchar, y que a nosotros, no nos digáis por qué, nos suele encandilar bastante, ya que lo entendemos como que vamos a comer bien, y sin rasgarnos excesivamente el preciado bolsillo viajero. Si a esto le añadimos que pegaba mucho Levante, que era tarde y que ya habíamos visto, a nuestro ritmo slowfamilytravel claro, todo lo que queríamos ver de Medina-Sidonia, finalmente decidimos probar suerte en uno de los dos restaurantes situados en las afueras del caserío blanco del municipio gaditano. ¿Acertaríamos a llegar?

Cuadro-mural en el restaurante Ventorrillo del Carbón, predomina la decoración rústica

Sí, en 2 kilómetros de pronunciado descenso en coche, teníamos que decidir en cuál de los dos restaurantes que nos habían recomendado, nos quedábamos. Como siempre, difícil decisión, 50% de posibilidades de elegir la opción mala, y la niña a punto de dormirse en el coche, con lo que ello conlleva…, la decisión tenía que ser rápida, ¡qué presión! Pues no, finalmente fue fácil, porque aminoramos la marcha y casualidad, el día que nosotros estuvimos, un lunes, el restaurante a mano derecha según bajas, estaba cerrado, lo que facilitó enormemente el proceso de toma de decisiones gastronómico. Tan fácil como poner el intermitente izquierdo, pararse en la carretera, y girar para entrar directo al aparcamiento gratuito que tiene el restaurante, que ni sabíamos cómo se llamaba hasta darnos de bruces con él.

Entrada al bar restaurante Ventorrillo del Carbón, en Medina-Sidonia

Restaurante Ventorrillo del Carbón, a la derecha de la carretera, Medina-Sidonia al fondo

Hay ciertos bares y restaurantes de carretera que tienen su encanto, y quien diga lo contrario, que se dé una vuelta por este gastrotxoko, en el que antes de entrar, en los toldos de la terraza ya se pueden leer mensajes gastronómicos como ‘Carnes de caza‘ y ‘Carnes a la brasa‘, claro anticipo y descripción de lo que nos íbamos a encontrar. Además, según entras, enseguida te enfrentas con una barra de bar clásica, bien coronada por jamones y otros productos de la tierra, apostando por materia prima de calidad. En un rincón del local disponen de una especie de pequeña tienda donde puedes comprar productos autóctonos como jamón, queso, etc.

Barra del bar del Restaurante Ventorrillo del Carbón

Bodegón presidido por las chuletas de ternera retinta

Por lo que pudimos comprobar, es un restaurante con bastante tradición, que se fundó allá por el año 1804, ¡ahí es nada! La verdad es que para ser entre semana, se ve que funciona muy bien el menú del día que ofrecen (si mal no recuerdo, rondaba los 10€ persona), porque uno de los dos comedores interiores que vimos estaba a tope, de gente, y de ruido. Los dos que pudimos ver son sencillos y prácticos, con decoración rústica en torno al mundo de la labranza y los toros, y disponen de aire acondicionado, detalle importante. Leo en su web que acogen celebraciones de bodas, bautizos y comuniones en el restaurante, por lo que es probable que el local disponga de espacios adicionales para albergar todavía a más comensales, pero nosotros sólo contamos lo que pudimos ver durante nuestra corta estancia.


Interior de uno de los comedores del Restaurante Ventorrillo del Carbón

Este comedor lo vimos a posteriori, porque aprovechando que el local tiene una amplia terraza cubierta en la entrada, a resguardo del sol, elegimos sentarnos en las mesas de plástico y mantel de papel, menos glamuroso, pero mucho más cómodos y sin apenas gente, para estar más tranquilos con la peque, a la que sólo tuvimos que darle unas vueltas con la sillita por el parking para que se quedara frita.

Terraza exterior cubierta del Restaurante Ventorrillo del Carbón

Aunque el menú del día que ojeamos promete, la carta es una suculenta tentación de manjares, especialmente los entrantes y los platos de carne y de caza, y todo, a precios bastante económicos, lo que se traduce en que nuestros ojos y cerebro foodie se olvidan del menú en cero coma. Lo único, como nos temíamos nada más bajarnos del coche y divisar el toldo del restaurante, no hay mucha variedad en pescado, por no decir casi nada. Teniendo la rica costa gaditana tan cerca, siempre confías en que pudieran preparar algún pescado a la brasa, bien facilito, sin mucha historia, pero en este sitio, predomina la carne. Es algo que nos llama la atención y que se repite en toda la provincia de Cádiz, en cuanto te adentras un poco hacia tierras de interior, el pescado desaparece como por arte de magia, curioso.

Empezamos por compartir dos entrantes, uno ligerito y otro más consistente, que podría tomarse perfectamente como segundo plato. Tiramos primero del socorrido gazpacho, que en este sitio lo sirven muy ligerito y excelentemente acompañado de un platito muy majo con jamón, huevo, pimiento y pan frito, para que te lo configures a tu gusto y antojo, con total libertad. El gazpacho es casero, lo bordan, y como comentábamos, los ingredientes del plato extra le dan cierta consistencia, así como la manzanilla, bebida que alegra nuestros entrantes y paladares.

Gazpacho acompañado de manzanilla en el Restaurante Ventorrillo del Carbón

Para el siguiente entrante, nos faltaba información sobre uno de sus dos ingredientes principales, ya que no sabíamos qué demonios era la ‘melva‘. Suponíamos que era un pescado, pero nos dieron todos los detalles indicando que era un pescado azul parecido a la caballa, bastante común en la zona gaditana. Esta aclaración automáticamente otorgó el ok definitivo al siguiente entrante, una espléndida ensalada de pimientos asados con melva. El plato en sí es una mezcla que no tiene mucha historia, de las que funciona perfectamente con un simple aliño, ya que los pimientos asados son caseros, en tiras y sin piel, y la melva, es de buena calidad, ¿para qué complicarse más?

Ensalada de pimientos asados con melva

Aunque engaña a la vista, resulta un plato generoso ya que la melva llena, y el unte con pan en el aliño, también, porque aliño había para un regimiento :). Delicioso pero sí hemos de decir que quizás tenía demasiado aliño, con alguna especia y bastante ajo de por medio, ya que a lo largo de la tarde, nos repitió un pelín.

Vamos a por los segundos, o a por un segundo, y a por un primer plato convertido por nosotros en segundo ahora veréis. A los que tenéis hijos, ‘Payoya‘ puede sonaros perfectamente a una variante de ‘Pocoyó’, a personaje de dibujos animados. Es otro de los ingredientes por los que tuvimos que preguntar a la camarera, porque cuando se trata de queso, nos gusta cerciorarnos y no llevarnos ningún chasco, ya que nos gustan los quesos curados o muy curados, con carácter, fuertes. En efecto, la raza caprina ‘Payoya’ debe ser un tipo de cabra autóctona de la provincia de Andalucía, con especial presencia en la Sierra de Cádiz. ‘Si es de cabra, adelante‘ le dijimos, nos vamos a arriesgar de que el queso venga aderezado con un toque de pimentón.

Queso de cabra Payoya al pimentón

Sí, ese fue el entrante que convertimos en segundo plato, somos unos artistas haciendo malabares gastronómicos, somos el terror de cualquier carta de restaurante bien organizada. Es un queso muy curado, nada esponjoso, cuarteado, con mucho sabor; estaba muy rico, y el toque al pimentón mola, tiene su gracia…para los primeros 2-3 trozos, porque luego, a decir verdad, el sabor resultante es bastante cañero, y el plato cansa, empalaga algo. Desde luego no es un plato para ser comido por una única persona, y menos como segundo plato; es un plato para compartir, ideal como entrante para 3-4 personas, para que toque a 2 trocitos por barba, suficiente para saborear este peculiar queso de cabra al pimentón.

Pero faltaba el segundo plato, que estando donde estábamos, era de ley que fuese carne, carnaza de la buena. Y así, entre un mar de carnes de caza y océanos de carnes a la brasa, con chuletones y platos de caza mayor que lógicamente se subían algo más de precio, optamos por degustar la ‘Carne al toro‘, un plato que me tenía intrigado a más no poder, y que ya había catado en formato tapa en algún bar de la zona de la playa de La Barrosa. La tapa me había gustado mucho, ¿me tenía que gustar el plato? Ante la duda, la más…¡preguntona! En efecto, nuestra camarera, muy maja y con una paciencia digna de aguantar nuestro hambre de saber culinario, nos había explicado que la carne al toro nada tiene que ver con el toro, que es carne guisada de ternera retinta, vaca autóctona de Andalucía Occidental y Extremadura, que se guisa con una salsa a la que echan algún ingrediente secreto para darle un poco de vidilla y bravura, de ahí la coletilla de ‘al toro’. No nos lo pensamos, este plato es auténtico, valor y…¡carne al toro!

Carne al toro, de ternera retinta de Cádiz


Ya se ve en la foto, es un plato sencillo, sin grandes presentaciones, generoso en cantidad, con una carne muy muy sabrosa, tierna, guisada en su punto, con el toque de viveza y picante justo, y acompañada de unas patatas fritas caseras. Es un plato que para nuestro gusto bordan en el restaurante Ventorrillo del Carbón, todo un acierto, ¡viva la ternera retinta!

Los entrantes, y especialmente el queso y la carne al toro nos dejan bien saciados, por lo que pasamos olímpicamente de los postres, y eso que tenían muy buena pinta, muchos de ellos caseros. Esta vez comimos sin vino que luego había que conducir nada más acabar de comer, por lo que el agua y la manzanilla completan nuestra gastroexperiencia en este auténtico restaurante de carretera, pero no de cualquier carretera, sino de la carretera que sube hasta Medina-Sidonia, que hay nivel.

Por fechas, no nos tocó verlo in situ, pero vimos carteles en el restaurante avisando de que a partir de cierta fecha, en verano, suelen montar junto al restaurante un castillo hinchable y otros juegos para niños, para que los niños se diviertan y sus papis disfruten degustando la auténtica cocina del interior de la provincia de Cádiz. Son detalles que hacen de este sitio una opción muy a tener en cuenta si viajas en familia y paras a comer por la zona.

La única pega del sitio es que no tiene mucha variedad en pescados y que no está en el mismo Medina-Sidonia, es decir, que hay que coger coche para ir hasta el restaurante. Esto hace que sea una opción interesante para quienes quieren comer justo antes o después de visitar este altivo pueblo. Personalmente, nuestra recomendación es patear Medina-Sidonia por la mañana, y ya más relajados, comer luego aquí, ya que si se hace a la inversa, recorrer las calles y cuestas del pueblo después de una buena comilona puede resultar…, cuando menos somnoliento, aparte del calor que puede hacer.

En resumen, el restaurante Ventorrillo del Carbón es una opción muy recomendable para comer en Medina-Sidonia, en cuanto a calidad, cantidad y precio, ¿me dejo algo? Dispone de una extensa carta, con entrantes muy majos, y donde predominan los platos de caza y carnes a la brasa, con unos chuletones que en crudo quitan el hipo, por lo que bien hechos a la brasa, tiene que quitar el sentido por completo. Es un sitio bastante económico de precio incluso comiendo a la carta, y además ofrecen menú del día, por lo que mucha gente que está de paso o trabajando, frecuenta este lugar para comer o picar algo. La atención y el servicio es bueno, te explican cualquier duda con gracia y salero, y el sitio, al menos la terraza de fuera, si bien el mobiliario es de andar por casa, es amplio y cómodo, ideal para estar con niños. No se le pueden pedir florituras al sitio, es de los típicos sitios en los que importa más el fondo que la forma, ya que el sitio, la comida y su puesta en escena no tiene ni admite complicaciones, es buen producto cocinado por manos sabias llenas de esmero y buen hacer, auténtica comida casera.

De volver a repetir si volvemos a Medina-Sidonia, por la ensalada de pimiento y melva y por la carne al toro, aunque en general, por la excelente relación calidad-precio. Eso sí, la siguiente vez quizás deberíamos probar algún plato de caza o carne a la brasa, porque la pinta era espectacular y los precios, asequibles. Además, el sitio tiene fama y alardea de ello, ¿para qué vamos a complicarnos?

Valoración @Lonifasiko: 4.6/5

Información práctica:

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