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Tras visitar durante la mañana de cabo a rabo la preciosa localidad de Medina-Sidonia, nos vimos en el siempre problemático dilema de decidir dónde comíamos. No queríamos ir a un restaurante de renombre o de cierto nivel, aquel día el plan era comer en un sitio normal, sin dejarnos una pasta gansa en la gastroexperiencia. Lo ideal hubiese sido comer en el propio pueblo, para no mover coche ni nada, pero entre las recomendaciones que nos hizo aquel buen hombre gaditano, incluyó los dos restaurantes que vimos en la carretera de acceso al pueblo, a 2 kilómetros aproximadamente del centro, justo antes de encarar la fuerte pendiente que nos conduce a esta bella localidad declarada conjunto histórico-artístico.
Cuando te dicen ‘en cualquiera de los dos se come bien, y muy bien de precio‘, normalmente es una frase que suele gustar escuchar, y que a nosotros, no nos digáis por qué, nos suele encandilar bastante, ya que lo entendemos como que vamos a comer bien, y sin rasgarnos excesivamente el preciado bolsillo viajero. Si a esto le añadimos que pegaba mucho Levante, que era tarde y que ya habíamos visto, a nuestro ritmo slowfamilytravel claro, todo lo que queríamos ver de Medina-Sidonia, finalmente decidimos probar suerte en uno de los dos restaurantes situados en las afueras del caserío blanco del municipio gaditano. ¿Acertaríamos a llegar?
Cuadro-mural en el restaurante Ventorrillo del Carbón, predomina la decoración rústica
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