Te gusta viajar y conocer sitios diferentes, tanto en tu propio país como en el extranjero. Tu pasaporte tiene decenas de sellos y Asia no tiene prácticamente secretos para ti. Sin embargo, como le pasa a todo el mundo, tu viaje, escapada o periodo vacacional está a punto de terminar. Hoy por la tarde visitas ese castillo que te falta por ver, y mañana por la mañana emprendes el viaje de vuelta. Este viaje ha estado de cine. Ha salido todo a pedir de boca, y los sitios visitados en la comarca, región, país, te han encantado. Aún así, por la razón que sea, tienes una ‘espinita’ viajera clavada: ese monumento al que no has podido entrar, ese pueblo medieval que quedaba demasiado lejos, ese plato típico que no has tenido el lujo de degustar… Esa tarde-noche, o al día siguiente, durante el trayecto en coche o en avión, probablemente martillees a tu compañero de viaje, o pienses en voz alta, las típicas frases, casi míticas, que se lanzan en la etapa final de muchos viajes:
- “Aquí tenemos que volver algún día…(con más tiempo)“
- “Tranquilo, a esta zona volveremos otro año, seguro“